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Muchas veces deberíamos ser como aquellos árboles frondosos que tienen buenos frutos y que, por ello, sufren tanto al recibir muchas piedras; pero la cuestión está en que muchas veces corremos el peligro de que ni siquiera estimulamos con nuestra existencia una razón para incomodar a alguien para que así nos tire piedras por los frutos que le ofrecemos.
Si el Bien que hacemos cada día no genera inconformismo, desacomodo, contradicción, transformación y búsqueda de lo común entonces es porque tal vez no estamos haciendo bien las cosas; el Bien siempre contradice al mal qué hay en la realidad y este no le gusta su presencia por eso siempre busca destruirlo y cerrarle cualquier camino colocándose como obstáculo. Ante esto como discípulos de Jesús estamos siempre invitados a no ser unos creyentes perfecto pero exigentes al pedir y mediocres al dar; todo lo contrario aunque nos tiren piedras por hacer el bien, debemos siempre mantenernos en esa realidad porque aunque la recompensa no sea terrenal, que venga de otros, el Señor si nos pagara como conviene. 
Nunca tengas miedo de dar los pasos necesarios para avanzar en lo que te has propuesto; no permitas que nadie se convierta en la piedra de tropiezo de tu camino; no dejes que tus propios pensamientos se hagan negativos y dominen toda tu realidad integral que compone tu Ser; siempre mantén la vista en alto, ve más allá de tu propia realidad, ten ilusiones he ideales donde observes el horizonte al que con Fe y Esperanza quieres conquistar; muchas cosas dependerán no solo del entorno, sino también de tu propio motor, tu interior.
Todo acto de conversión se necesita para disipar las tinieblas que opacan el horizonte lleno de luz y esperanza, es una invitación que el Dios de Jesucristo nos hace constantemente, solo basta decidirnos, tal llamada tiene tres grandes momentos que llevan toda nuestra existencia:  Reconocer el error y asumir un arrepentimiento sincero del mismo; Empezar un proceso constante y permanente de transformación interior que atribuye el pensar, el sentir, el desear y el actuar;   Generar importantes acciones que beneficien no solo la realidad personal, sino que lleven y cooperen en la realización del otro. Esta conversión es la que debe involucrar todas nuestras áreas de la vida, la finalidad siempre estará en avanzar una poco más hacia la santidad.
Es necesario replantear en los círculos sociales de nuestra región, nuestros entornos laborales he inclusive al interior de las estructuras de nuestra Iglesia, la idea de posicionar los intereses personales lejos de las necesidades del común, es lo más grave que hemos venido haciendo; es necesario con urgencia desmontar ese criterio malévolo que quien tiene el poder es el que se enriquece y hace de su gana una razón para deslegitimar el sentido humanizante y la filosofía de instituciones que fueron creadas para la construcción del Bien y no para la destrucción sigilosa de la humanidad.  ¿Cómo hacerlo? dos herramientas claves: 1. La vivencia auténtica del Evangelio de Jesucristo , el cual, con radicalidad no lleva a vivir tres cosas fundamentales: a.  Una sincera compasión por los marginados, b. Un impulso que otorgar el poder para liberar y humanizar y c.  una acción de establecer e incluir a quien fueron expulsados y discriminados de su realidad y dignidad.  2. Asumir  la

La Persona Humana, Sentido y Razón de Ser.

    Cada uno de nosotros tenemos una gran herencia por descubrir, la de ser felices. Esta herencia solo se nos da, se recibe cuando hemos recorrido el trayecto de la vida con madurez y con los ojos de la Fe en el Señor Jesucristo quien nos anima a ser hombre de Esperanza. Por lo tanto, todos nosotros somos los únicos responsables de vivir hacia la construcción de la felicidad personal y ayudar ser feliz a los demás. Por eso, cuando se logra interiorizar nuestra propia humanidad, a vivir nuestra propia naturalidad sin máscaras y sin pensamientos ajenos, comprendemos con claridad nuestro Sentido y nuestra  razón de Ser en el hoy de nuestra propia existencia. Es desde esta realidad, en donde todos nosotros como Seres Humanos solo logramos tener Sentido y Razón de Ser, cuando concebimos nuestra existencia dentro de una realidad y un contexto histórico que es construido por nosotros mismos. En ella no podemos por ninguna circunstancias olvidar lo que nos establece como: Creaturas, Pe
En tiempo de la transición, sea cual sea su contexto, suceden algunas cosas internamente muy humanas: Nostalgia y Gratitud por todo aquello que se logró y se aprendió; y por otro lado, que ante la novedad venidera el Temor y las Ganas generan un tipo de ansiedad sana que llevan a visionar lo que se podrá hacer con el tiempo por el bien de todos y de la realización personal. Lo importante de todo esto, será siempre avanzar un poco más, razón para ser Feliz.
Estamos en uno de esos momentos cruciales para la política sucreña y colombiana, momentos en que es posible renovar el concepto y la practica del quehacer político en nuestras regiones y en cada uno de los territorios, pero da la inmensa impresión qué hay un poco mas de lo mismo, sin caer en el pesimismo; se percibe que aun muchos están y siguen dormidos frente al interés politiquero de los mismos, los cuales se han creído que la curul tiene sus apellidos incrustados; y por otra parte, el populismo que llega y tendrá su mayor auge cada vez que se acerque el día de elegir. Todos esto nos lleva a la idea central de que no se quiere trabajar por un deseo de generar novedad política, que desacomode, desprenda y debilite las tradiciones y el continuismos de los apellidos politiquero que se adueñaron de los destinos de nuestras regiones, y a la vez, que se pueda permitir a los territorios trasformar no solo sus realidades sociales, sino, su ideal de querer hacer un país distinto al que
La miseria humana es la realidad compleja de nuestra existencia que debemos aceptar y conocer, no tener miedo de lo que somos y comprender que en nosotros existen potencialidades pero también se hacen presente nuestras realidades que aminoran las capacidades del obrar bien según las exigencias de nuestro entorno; ha de ser siempre la tarea constante. De ahí la imperiosa necesidad de conocernos a nosotros mismos, de no avergonzarnos de nuestras limitantes y de potencializar nuestras capacidades, solo así, cuando obremos bien estaremos satisfechos, pero cuando obremos mal tendremos la capacidad no sólo de asumir, sino también, de reconocer nuestro pleno error, esto nos ayudará a crecer y así aprender a vivir mejorando siempre nuestro interior. 
La voluntad de hacer siempre el Bien está  en nuestras manos, poseemos  la capacidad, la inteligencia, la disponibilidad y la tenacidad de hacer de nuestra existencia un lugar predilecto donde no solo logremos nuestra realización personal, sino que, cooperemos incansablemente en la realización de otros, pero el miedo siempre pone en peligro tal propósito, llevándonos a situarnos en la tendencia del individualismo que nos hace caer en la mediocridad, la rivalidad, el egoísmo, las ambiciones y unas tantas cosa más que visionan en nosotros una seguridad que termina falseado nuestra existencia; lastimosamente ese camino es el que hemos construido para nuestra conciencia individual y colectiva. Romper con todo lo anterior requiere un camino arduo, exigente pero pleno, ese es El AMOR, en él encontramos libertad, restauración, sanidad y muchas razones para seguir adelante con nuestra realizacion  de vida y la cooperación colectiva para transformar  y edificar novedad en la realidad que
Los seres humanos tenemos la capacidad de destruirnos los unos a los otros, es quizás una tendencia casi que natural, pero por encima de esa realidad existe una razón mucho mayor, y es nuestra llamada a la construcción del Bien; tal llamado exige de nosotros implementar todas nuestras capacidades humanas y espirituales con el fin de llegar hacia las razones del porque y el para que somos responsables de la construcción de un bien integral que garantice no solo nuestra existencia sino el desarrollo humano de los que están a nuestro al rededor. Con esta claridad de mi compromiso humano ante la vida, seria bueno que nos cuestionáramos ¿Qué tanto alcance tiene mi búsqueda de construir el bien, no solo a nivel particular, sino a nivel común?, y si hoy la existencia se agotara ante la realidad terrena, ¿si habríamos dejado huellas en la construcción de un camino de realización del bien para los demás? Dejemos a tras las razones que nos llevan a elevar nuestro mal y con el pensamient
No pretendamos pensar que por el hecho de ser discípulos del Señor Jesús llamados a la santidad y a estar lejos del pecado, debemos estar lejos del mundo.  Es dentro de nuestra realidad mundana donde estamos invitados a ser distintos al mundo, donde los pensamientos y las acciones humanas visibilicen una manera distinta de ser frente a las opulencias de un mundo que siempre se individualiza extremadamente; por ende, creer que un cristiano no puede pensar y hablar en temas sociales, políticos, económicos y culturales, significa estar fuera del mundo y de la historia, sin acción y sin repercusión, haciendo de su esencia cristiana una realidad de muerte viviente.  Son los cristianos que dentro de la profesión de Fe en Cristo Jesus Vivo y Resucitado, que viven dentro de la comunidad creyente que es la Iglesia Universal, los que poseen el compromiso de ser profetas anunciadores del Reino de Dios, con palabras que no debe repercutir solo en un tinte de religiosidad, sino que deben i
Todos los pensamientos y las acciones de la vida humana siempre estarán destinadas a dos caminos: Vida – Muerte.  Esto no será por un simple criterio de principio moral y ético, sino por un hecho en el que el ser humano tiene la plena libertad de realizarse o de encaminarse hacia su propia destrucción; de ahí entonces la necesidad de edificar con urgencia una conciencia recta y un corazón amado para que actuando en la verdad y en el amor se pueda construir la vida y no la muerte; lo contrario a esto será una mente embotada y un corazón desencarnado de las fuerzas del amor, llevándolo a un estilo de vivir que lo acarreará a su progresiva he integra muerte. Que nuestros pensamientos y nuestras obras generen siempre vida, no solo en la nuestra, sino, en la de quienes nos rodean, solo así habrá razones fundamentales para vivir y destinarnos a una muerte no destructora por nuestra propia causa, sino, por el desgaste existencial de nuestro buen obrar. 
La trágica realidad del presente personal y social no puede afectar la novedad de las generaciones venideras, en ellos se debe invertir para prepararlos y colocarlos en el camino de la historia con el propósito de que sean los generadores del cambio esperado para el mañana; por eso, no hagamos que nuestros hijos-as unos seres frágiles dependientes de nuestra decisiones paternalistas, ni los hagamos que sean portadores de nuestras tragedias, ni de nuestros individualismos familiares y/o sociales, ni mucho menos que sean herederos de nuestros miedos, nuestros errores o nuestros conflictos del pasado y del presente, pecado familiar si eso llegará a pasar; ellos son la novedad histórica, nuestras generaciones deben superarnos en todo, y en ellos se debe depositar siempre la esperanza de un nuevo amanecer para la vida y para el cambio de rumbo de la historia, si esto no sucede, la culpa siempre será nuestra...
La vida es una de esas experiencias terrenales donde se entiende y se aprende lo que significa vivir, en ella algunas veces ganamos, pero también muchas veces perdernos, eso es casi que normal, lo que no sería correcto es no aprender es el cómo asumir cada uno de esos momentos, pues es en esto momentos ganar-perder, se debe mantener el sano juicio y en pleno equilibrio de las facultades humanas; solo así no se extravía el rumbo de la misma existencia; y aunque se gane o se pierda, nos mantenemos en la sintonía de nuestra condición humana. Es necesario entonces trabajar en nuestro sano equilibrio interior, para soportar todos los vaivenes de la vida, y así aprender con las lecciones que ella nos da; ganar-perder siempre será el instrumento de aprendizaje más congruente para que nosotros asumamos la necesidad de ser maduros, fuertes y equilibrados.