No pretendamos pensar que por el hecho de ser discípulos del Señor Jesús llamados a la santidad y a estar lejos del pecado, debemos estar lejos del mundo.
Es dentro de nuestra realidad mundana donde estamos invitados a ser distintos al mundo, donde los pensamientos y las acciones humanas visibilicen una manera distinta de ser frente a las opulencias de un mundo que siempre se individualiza extremadamente; por ende, creer que un cristiano no puede pensar y hablar en temas sociales, políticos, económicos y culturales, significa estar fuera del mundo y de la historia, sin acción y sin repercusión, haciendo de su esencia cristiana una realidad de muerte viviente.
Son los cristianos que dentro de la profesión de Fe en Cristo Jesus Vivo y Resucitado, que viven dentro de la comunidad creyente que es la Iglesia Universal, los que poseen el compromiso de ser profetas anunciadores del Reino de Dios, con palabras que no debe repercutir solo en un tinte de religiosidad, sino que deben iluminar y disipar las tinieblas que esta en el mundo de lo social, lo político, lo económico y lo cultural; si eso no se hace, entonces seremos unos discípulos inservibles y falsos ante la llamada de Dios y la necesidad del mundo y de la historia.
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