La trágica realidad del presente personal y social no puede afectar la novedad de las generaciones venideras, en ellos se debe invertir para prepararlos y colocarlos en el camino de la historia con el propósito de que sean los generadores del cambio esperado para el mañana; por eso, no hagamos que nuestros hijos-as unos seres frágiles dependientes de nuestra decisiones paternalistas, ni los hagamos que sean portadores de nuestras tragedias, ni de nuestros individualismos familiares y/o sociales, ni mucho menos que sean herederos de nuestros miedos, nuestros errores o nuestros conflictos del pasado y del presente, pecado familiar si eso llegará a pasar; ellos son la novedad histórica, nuestras generaciones deben superarnos en todo, y en ellos se debe depositar siempre la esperanza de un nuevo amanecer para la vida y para el cambio de rumbo de la historia, si esto no sucede, la culpa siempre será nuestra...

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