Estamos en uno de esos momentos cruciales para la política sucreña y colombiana, momentos en que es posible renovar el concepto y la practica del quehacer político en nuestras regiones y en cada uno de los territorios, pero da la inmensa impresión qué hay un poco mas de lo mismo, sin caer en el pesimismo; se percibe que aun muchos están y siguen dormidos frente al interés politiquero de los mismos, los cuales se han creído que la curul tiene sus apellidos incrustados; y por otra parte, el populismo que llega y tendrá su mayor auge cada vez que se acerque el día de elegir.

Todos esto nos lleva a la idea central de que no se quiere trabajar por un deseo de generar novedad política, que desacomode, desprenda y debilite las tradiciones y el continuismos de los apellidos politiquero que se adueñaron de los destinos de nuestras regiones, y a la vez, que se pueda permitir a los territorios trasformar no solo sus realidades sociales, sino, su ideal de querer hacer un país distinto al que tenemos.

Frente a este panorama, se necesita tener una voz profética que cristianamente permita generar procesos de discernimientos y búsqueda de construir criterios coherentes y luminosos desde el Evangelio que puedan materializarse en la única practica que como derecho, tenemos todos basados en el concepto del constituyentes primarios y de la fe cristiana: el voto. 

Ojalá nosotros como Iglesia, discípulos de Jesús y con el criterio imperioso de la responsabilidad social he historia con nuestras regiones y nuestro país, seamos testimonio de una práctica política distinta y que desde nuestro acontecer diario nos abanderemos de nuestro papel profético, para buscar la novedad, la renovación y la transformación de nuestros país. 

El Cambio se necesita urgente. 

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