RE-APRENDER Y CONCIENCIAR HACIA LA ACTITUD DEL SERVICIO


Los seres humanos tienen la facultad de trabajar con ahínco por su realización plena, se posee las características que internamente proporcionan las motivaciones y las propiedades para ir alcanzando los propósitos planteados a mediano y largo plazo según sea lo planteado en el proyecto de vida.  Atenido a esto es necesario revisar permanentemente dos preguntas concretas: ¿Cuáles son las motivaciones internas? ¿Hasta dónde se está dispuesto llegar por el beneficio común? Tales preguntas resultan imperiosas realizar ante las realidades circundantes de un mundo en las que cada día se tienen que sortear o dejarse llevar. Frente a esto, dos caminos: el bien común como una realización plena y/o el bien individual como camino de una realización lejos de las exigencias colectivas.
Por ende, es necesario en el tiempo de construcción, plantear la pregunta sobre el « ¿De qué se discute por el camino?» (Mc 9,33) ya que las discusiones que hoy se originan no están acordes a las urgencias del común, y por ende, los resultandos están más centrados en una estructura de individualismo y de luchas perversas y destructoras para sostenerla en el tiempo, esta evidencia se concretiza  que en “el camino se discute entre sí quién era el mayor” (Mc 9,34). El camino de la existencia y de las realidades cotidianas muchas veces puede suceder que tales argumentos pueden cambiar y perder el horizonte, o, entender que al fortalecer los argumentos se pueda lograr alcanzar la meta que contribuya a una realidad donde el bien sea la meta suprema de toda humanidad. La pregunta sobre las discusiones que humanamente se generan deben llevar a concienciar si dichas tesis están acorde con las acciones que se van representando en cada una de las acciones reveladas en la relaciones con los otros.  Si bien, las realidades sociales, políticas, económicas y colectivas necesitan tener miradas objetivas que trasciendan los individualismos, generando intereses hacia lo colectivo, pero ciertamente, existen miradas que distan de la urgencia por el bien, las decisiones humanas de hoy no aportan a la trasformación y la edificación de la existencia, sino, destruirla y desinteresarse por su desarrollo positivo. Es necesario entonces dos cosas:

Tomar actitud de discípulo. Insertados en una realidad mundanizada por el individualismo y la búsqueda de poder, es fundamental el re-aprender una nueva concienciación de humanismo cristiano, con el fin, de cimentar motivaciones como motor para construir humanamente actitudes que sirvan para reconstruir realidades sociales y ambientales.
Concienciar la actitud del servicio como instrumento de realización y cambio. El servicio debe considerarse parte fundante de la vocación humana (Mc 9,35-37), esta se debe instruirse dentro de los planes de la existencia que se dan en los proyectos de vida, se necesita pensar en una realización NO para el poder imperante, sino en un servicio con poder de cimentar dignidad y desarrollo (cf. Mc 10,45; Mt 20,28; Jn 13,1-16).
Por consiguiente, las motivaciones humanas deben ayudar a tejer argumentos para adquirir capacidades en el darse hacia la vía constructiva de un humanismo con compromiso social y trasformación integral y colectiva, no se puede, seguir educando para ser parte de la ideología imperante que sugiere el dominio individualista hacia los demás; el bien común deben ser argumento que contrarreste  colectivamente las barbaries de la humanidad y lleve a cambiar los criterios con los que hoy las futuras generaciones se levantan.

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