El Ser Humano en su estructura antropológica esta edificado desde unas bases culturales y sociales que son soportadas por un marco de tradición que con el paso de su acontecer ha venido edificando y desarrollando; esto no tiene ningún elemento de negatividad existencial todo lo contrario fortifica la identidad y la idiosincrasia como persona y ser social. El peligro esta cuando esto se convierte en un instrumento para etiquetar, estratificar, excluir y marginar a los que de una u otra forma no son hijos o no se identifican con lo que la historia propone desde sus ancestros, actitud así destruye al ser humano y su carácter de colectividad.
Jesús pasa por un reproche del sistema religioso y esto se convierte en conflicto para su misión (Mc 7,1-13); pero, aun así, enseña y ayuda a entender que lo edificado por los antepasados debe servir como camino de liberación y proyección humana, la cual, de argumentos y sentido a la existencia sirviéndose de las capacidades de la historia para hacer el bien y llevar a buen camino las futuras generaciones en el presente.
Por ende, toda tradición política, religiosa y cultura debe ser soporte y objeto para el edificar con coherencia el bien individual y colectivo, y no como una herramienta para la marginalización de lo humano dentro de las estructuras sociales, eso, en el contexto de lo cristiano, nos hará menos hipócritas, menos incoherentes y mas despiertos a la realidad dando así las respuestas desde las convicciones y el compromiso que exige.

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