La Verdad es aquella que describe la realidad sin agregarle nada, sin quitarle nada y siempre con la imparcialidad que caracteriza sus argumentos, la verdad mantiene la comunicación coherente entre dos personas fundamentado en el grado de confianza que tiene para construir un diálogo fluido y sin prejuicios que puedan coartar el derecho de expresar lo que se quiere.
Pero la Verdad ha sido tan violada en su esencia que le hemos cambiado su sentido, personalizándolo y llevándola a instrumentalizar a nuestros intereses, razón por la cual hoy decir la Verdad cuesta hasta en una pequeña relación de compañeros; a la Verdad se le ha subjetivizado, se le ha empañado ante la luz, se le ha cambiado el argumento ante la realidad y se ha escondido usurpando con la invención subjetiva que resaltamos con la mentira.
Lo contrario a la Verdad, nos hace falsos, no creíbles, poco capaces para enfrentar la realidad y revela en esencia nuestra hipocresía ante los demás.
La paz se construyen con la Verdad, esta debe ser nuestro instrumento para empezar a construir un nuevo país, donde ha sido tan violada y destronada de su honorable puesto, por eso, los espacios de relaciones humanas, la Verdad debe reinar, ya sea para sanar, reparar, reconstruir, y construir la sociedad que tanto queremos para el mañana.
La Verdad no debe dar miedo, ella nos libera, nos sana, nos abre los ojos y nos impulsa a construir lo que buscamos no solo para beneficio personal sino los interés del colectivo social que nos interpela siempre.
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