Imagen relacionadaCuando alguien nos hace daño por algo, se causa en nosotros un dolor intenso, fundamentándose por una sentimiento de decepción, fracaso, o cualquier otra razón, pero aunque esto pueda ser justificable, no somos quienes para pagar con la misma moneda, muchas veces el dolor generado por las agresiones nos convierte en irracionales, inhumanos y no solo destruye al otro, sino a nosotros mismos; esto hace que el dolor sea más intenso he imposibilita salir del fango de tal situación inhabilitando la razón para avanzar hacia un trabajo de perdón y reconciliación.

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Nada hace coherente pagar mal con más mal, y hacer vital la ley del talión: “ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie” (Éxodo 21, 24), aunque tampoco es alcahuetear los errores de los otros que generan las acciones para hacer daño; el mejor acto de sanación y destrucción del dolor humano será el Amor así mismo y dar prioridad a la edificación de la Paz interior; esto justificará el no permitir al mal triunfar, por ende, “no resistáis al que es malo; antes bien, a cualquiera que te abofetee en la mejilla derecha, vuélvele también la otra (…)” (Mateo 5:38), esto nos hará ser más racionales y menos animales. 


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