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En todo grupo donde existe la necesidad de construir relaciones humanas existirán los conflictos, estos por dos razones: Porque de manera individual somos seres supremamente frágiles y siempre con la tendencia a errar; Porque en nuestra mente y corazón siempre se acumula un espíritu de orgullo que nos lleva a ser rivales y mostrar siempre nuestra superioridad individualista. Lo anterior impulsa actuar de una doble manera, primeramente a creer que los demás son los equivocados, los culpables de todo lo que pasa de manera negativa, los que se convierten en piedras para el camino, esta razón lleva a culpar siempre a los demás; de por sí ya eso es irracional hacerlo. Por otra parte, se asume la actitud de la renuncia, es más fácil dejar todo, abandonar algo, justificandolo con nuestras subjetividades, los cuales, no ayudan para nada, sino, que tal determinación termina agravando he indisponiendo a los demás; esto agrava los conflictos y destruye las relaciones humanas; tal re
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Cuando alguien nos hace daño por algo, se causa en  nosotros un dolor intenso, fundamentándose por una sentimiento de decepción, fracaso, o cualquier otra razón, pero aunque esto pueda ser justificable, no somos quienes para pagar con la misma moneda, muchas veces el dolor generado por las agresiones nos convierte en irracionales, inhumanos y no solo destruye al otro, sino a nosotros mismos; esto hace que el dolor sea más intenso he imposibilita salir del fango de tal situación inhabilitando la razón para avanzar hacia un trabajo de perdón y reconciliación. Nada hace coherente pagar mal con más mal, y hacer  vital la ley del talión: “ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie” (Éxodo 21, 24), aunque tampoco es alcahuetear los errores de los otros que generan las acciones para hacer daño; el mejor acto de sanación y destrucción del dolor humano será el Amor así mismo y dar prioridad a la edificación de la Paz interior; esto justificará el no permitir al mal triunfa
Pienso que tal vez, la humanidad destronó a Dios de su existencia pensando en ser libre de su yugo, pero al final, el hombre libremente colocó su propia carga, pensando que no llegaría a ser esclavo de sí mismo. Es necesario recuperar la Libertad y el Amor, es lo fundamental, lo demás solo es añadidura inútil. 
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La Verdad es aquella que describe la realidad sin agregarle nada, sin quitarle nada y siempre con la imparcialidad que caracteriza sus argumentos, la verdad mantiene la comunicación coherente entre dos personas fundamentado en el grado de confianza que tiene para construir un diálogo fluido y sin prejuicios que puedan coartar el derecho de expresar lo que se quiere. Pero la Verdad ha sido tan violada en su esencia que le hemos cambiado su sentido, personalizándolo y llevándo la a instrumentalizar a nuestros intereses, razón por la cual hoy decir la Verdad cuesta hasta en una pequeña relación de compañeros; a la Verdad se le ha subjetivizado, se le ha empañado ante la luz, se le ha cambiado el argumento ante la realidad y se ha escondido usurpando con la invención subjetiva que resaltamos con la mentira. Lo contrario a la Verdad, nos hace falsos, no creíbles, poco capaces para enfrentar la realidad y revela en esencia nuestra hipocresía ante los demás. La paz se construyen c
¿Existirá entre nosotros la hipocresía colectiva basado en un oportunismo individualista?
Aunque se viva como un Cristiano, se es también un Ser Social responsable de la construcción de la realidad social que rodea la existencia humana y en la que se está plenamente involucrado aunque se ignore su desarrollo; por lo tanto, es necesario hacer el siguiente cuestionamiento:   ¿Sobre qué bases se  está construyendo sólidas Relaciones Humanas para alcanzar la Paz estable y duradera en Colombia?...
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La oscuridad impide avanzar, crecer, desarrollarse, realizar la existencia y la historia misma del ser humano, el hombre sigue perdiéndose en su propia ceguera, en su propia terquedad y en sus equivocadas decisiones que avalan su ambición y su egoísmo, hoy hacemos parte de una sociedad perdida, enferma y miope en su propio destino; para tal realidad tan necesitada, la Luz siempre está disponible para destruir tal aberración de irracionalidad humana; esta Luz la proporciona el Hijo del Hombre, quien con su vida misma disipó la fuerza del pecado por la generosidad Divina. Tener la Luz en la existencia humana es necesario buscarla, ir a la fuente, y dejarse encender para brillar y con la disponibilidad permanente poder romper las fuerzas oscuras incrustadas en la conciencia del hombre de hoy. No se puede ignorar que hoy se sigue poseyendo en la  conciencia humana una oscuridad que nos hace estar ciegos ante la realidad que interpela, por eso existe un deseo de aferrarse a la cosas
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Para construir, asumir, afrontar y dar la vida es necesario tener dos cimientos muy fundamentales en nuestra existencia, los cuales, serán soportes para la realización humana: la Razón y la Fe. La primera permite construir juicios que argumentativamente han de dar respuestas concretas a cada realidad de la vida, por eso, la acción de cuestionar, discernir, comprender y edificar razones dentro de la existencia, serán prioritarias para redactar la historia; por otra parte, para que todo se forje dentro de los parámetros de lo existente, se necesita el impulso dentro lo humano, este acto humano que argumentado desde nuestra racionalidad se busca dar; por ende, la Fe permitirá creer en lo que se construye y llevar a cabo lo que se considera necesario para las necesidades de la historia; sin la Fe, las razones quedan sin norte, frías y sin sensibilidad desde lo interior hacia lo  exterior. La Fe alimenta nuestras razones de esperanza para hacer realidad las cosas en el momento indicado
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Cuanta falta hace mantener procesos pedagógicos en nuestra vida que nos ayude siempre a salvaguardar vivamente en nuestra mente la responsabilidad en el deber de trabajar por construir una sociedad basada en los Valores humanos y cristianos que nos lleve a desmontar la absurda forma de asumir la historia presente que nosotros mismos hemos patrocinado con nuestra negligencia, nuestro desinterés y nuestro intereses individualistas. ¿Por qué nos quejamos tanto de lo que hoy nos  harta, si nosotros hemos sido provocadores y constructores de la misma? Nuestro silencio, nuestra inmovilidad y nuestras luchas pasionales (esos que lucha por proclamar mesiánicamente que la Izquierda, que la derecha, que el centro, que dentro derecha, etc…) que no llevan a nada, sino, a la polarización social, lo cual, siempre será llamativo para vender prensa diariamente, que nuestra responsabilidad social de buscar y construir desde la unidad las posibles interpretaciones y respuestas de la sociedad exigen
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El Perdón es la mejor medicina para el alma, es la mejor cura para el dolor, ese que se produjo cuando un hermano lesionó nuestra esencia humana, nuestra Dignidad, desvirtuando el sentido de nuestra vida; es urgente buscar al Médico que nos cura de ese dolor y así poder estar sanos y fuertes para seguir el camino.  El perdón libera, quita obstáculos, desvanece todo trastorno existencial y permite transformar tal dolor en argumentos para la vida; no hay que ser masoquista, no  se debe seguir haciendo personalmente daño con el dolor que produce el rencor, el odio, la venganza y el resentimiento, perdona y avanza.  El perdón nos permite avanzar, conociendo la verdad, y reparando lo que fue obstruido, permite tomar decisiones trascendentales sin miedo y eleva el espíritu hacia la conquista de los sueños.
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El conjunto de las relaciones humanas siempre serán efectivas cuando las construimos desde nuestra autenticidad, honestidad y transparencia; no es posible tener una perfecta realidad social, si sus estructuras están viciada con la hipocresías, las terquedades humanas y mucho de las individualismos que han hecho de nuestra relaciones una ruptura radical en sus diferentes dinámica. Por consiguiente, serán las relaciones humanas las que deberán ser urgentemente transformadas desd e una decisión personal desde el pensar y el actuar con transparencia, mostrándonos como somos, no utilizando las máscaras construidas para cada eventualidad y destruyendo las fuerzas de la hipocresía que tanto mal hacen en la dinámica del desarrollo personal y social. Aunque vivimos en un mundo de falsedades y somos  los protagonistas de ella, estamos invitados a trabajar mancomunadamente para transformar  y dar el paso a la diferencia.
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La radicalidad del Evangelio nos pide ir más a fondo de nuestras clásicas costumbres de Fe, nos exige mirar a los ojos del (los) otro (s), ponernos en sus zapatos y experimentar los profundos sufrimientos que son causados por las mismas acciones egoístas que generan injusticias y violencia; cada una de esas realidades deben pesarnos, por eso, todos los días será necesario pedir perdón por nuestro pecado social que omitimos en nuestra trágica conciencia. Es verdad, nos falta ser más coherentes, es verdad nos falta asumir una clara conciencia sobre el valor trascendental de la existencia y de ser instrumento trasformador de la historia, es verdad que nuestra doble moral nos expone a ser hipócritas y no lleva a no mirar más allá de nuestros caprichos egoístas. Por eso, la Fe debe revestir nuestra humanidad, para que desde nuestro proceder, no solo actuemos con ropaje de un humanismo sincero (que puede ser falso también), sino de testigos de Aquél que por amor nos redimió en la cru
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Si al menos leyéramos la historia que tenemos y dentro de ella ver y conocer a cada uno de los personajes claves, esos que con su existencia ayudaron a transformar la historia y a darle otro significado al verbo: Vivir y enseñar a vivir.   Tal vez podríamos pensar que hay referentes muy valiosos que hoy nos ayudarían, no ser iguales a ellos, sino que, aprendido de ellos podamos llegar a ser mejores que ellos, por eso, vale la pensar discernir la historia, pues que si ellos llegaron a ser grandes, ¿Por qué nosotros no?  Cada época de la historia necesita de grandes referentes, todos lo podemos llegar a ser si nos lo proponemos, con ilusión, empeño y trabajo; pero debemos es necesario hacer un pare, no repetir los mismos conceptos ideológicos que con su oscuras intenciones han dañado la conciencia humana,  y no permitir que se siga embelesando a la humanidad con los placeres del mund o, esos que han mundanizado y siguen desterrando de las cosas que de manera loable el hombre puede r
En palabras del Papa Francisco las grandes oscuridades de la sociedad tiene cuatro fuerzas en Colombia: la inequidad, la corrupción, la destrucción de la vida humana y el afán de la venganza; no es falso pensar que esto suceda en nuestra patria desde hace mucha décadas y en la que todos nos hemos acostumbrados o tal vez nos hemos desinteresados de nuestras grandes responsabilidades para el cambio.  Con urgencia es hora de disipar tan grandes oscuridades a partir de cada una d e nuestras responsabilidades particulares, con Fe y Esperanza cristiana estamos llamados aprovechar la gran oportunidad histórica de visionar una Colombia fortalecida desde los principios del Evangelio, esos que destina la realización de la Justicia, la Verdad y la Paz. Es hora de entender que aunque tú y yo no tenemos la verdad suprema, estamos llamado a reconstruir la conciencia individual y colectiva aportando de cada uno lo más valioso sin hacer daño, sin destruir, sin desanimar, y sin violentar los derec
Todos de una u otra manera necesitamos que alguien nos haga ver las cosas, nos diga algo, nos haga ver las cosas, esas cosas que nos ayuden a entrar en el cuestionamiento de nuestra propia existencia, esas cosas que pueden colocar en riesgo un poco nuestros procesos constructivos individuales, esas cosas que nos hacen ver de que no todo lo que decimos y hacemos es plenamente correcto; lo anterior siempre será necesario, puesto que a veces vivimos considerando que todo los que decimos y hacemos trae consigo la suprema verdad que debe ser asumida, ese es un error que de entrada se convierte en piedra de tropiezo para construir la armonía entre los demás. La verdad siempre será construida entre todos y no impuesta de manera abrupta, lo cual, sería un acto de violencia frente a los demás. No nos enojemos tanto cuando alguien nos dice algo que puede colocar en riesgo nuestras posiciones, es más fácil aprender a escuchar con paciencia, y si es necesario, comenzar a reestructurar de