¿Te
recordaran…?
Quizás
sí, porque aprendes a vivir.
En
la vida aprendes tanto que llegas dar de lo que aprendes y porque cuando llegas
a tu vez te conviertes en un anciano sabio, calmada, prudente y con la
transparencia de los años de los cuales ya no puedes mentir porque quizás quieras
vivir el comienzo de tu deceso existencial con plenitud.
En
la vida aprendes a ser querido, a ser odiado, a ser reprochado y ser aceptado; aprendes
a ser el mejor, el peor y quizás el más recordado o el más olvidado; aprendes a
compartir tu tiempo, tu dinero, tus sentimientos, aprendes a darte todo tu si
recelo ni miedo.
En
la vida te encuentras con ángeles que te dan la mano y caminan contigo lo que
tu deberías caminar el doble con el que Dios te pone al lado; encuentras seres
importantes que se te vuelven parte integral de tu ser y que deseas darle más
de lo que puedes dar y que cuando algo pasa en ellas el alma se te perturba y
buscas como darle solución y horizonte para que no pasen calamidad; aprender a
ser mirado dentro de tu familia como el menos o el más importante, como aquél
que no habla mucho pero dice todo, como aquél a quien la opinión es importante,
y que solo con la presencia ya es un gesto de gratitud y dignidad.
En
la vida aprendes a ver como se burlan de ti de manera jocosa o de manera
hiriente; aprendes sentir que eres uno más pero que no eres menos que nadie;
aprendes a sentir pena, y perturbación de conciencia cuando admites tus equivocaciones.
Por
eso la vida hay que vivirla tan plena, porque cuando llegue el día de tu muerte
solo quedarán dos cosas, la satisfacción de que aprovechaste el tiempo y lo
distes todo, aunque no encontrarás reconocimiento ni en los tuyos ni en los
otros; y lo otro, es que tu paso no fue tan ajeno a la realidad misma, siempre
tenías algo que decir al respecto de toda ella.
Por
eso existe la posibilidad de que te recuerden en la memoria histórica de la
vida que con amnesia llevamos en nuestro ser.
Comentarios
Publicar un comentario