La mejor manera de acabar con la corrupción en nuestra sociedad es quitándole el poder a los que con la investidura política visionan sus egos y se olvidan de las necesidades del pueblo; pero ese poder solo se quita con el supra-poder del constituyente primario: EL VOTO; esto no es novedad; la cuestión es que dicho constituyente primario también está salpicado de corrupción, por dos razones: la carencia básica que se convierten en necesidades urgentes por solucionar, y lo otro, [el cual es de mayor grado de gravedad] el imperio de la pobreza metal al que vive enfrentado.
Tales razones generan la pérdida de fundamentos para darle credibilidad al constituyente primario, por ende, siempre será necesario empoderar individual y colectivamente, esto se logra cuando existen espacios que ayudan a:
(1) Generar conciencia que se empiece por el cuestionamiento de su práctica política de manera individual y colectiva.
(2) Construir conciencia del valor trascendental de su poder como constituyente primario.
(3) Formar en conciencia política y participación democrática para construir territorios con criterio político-social.
Sobre esto también tenemos que ser plenamente coherentes y responsables, hacer nuestro mejor aporte.
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