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Reconocer, perdonar y reconciliar, es el camino, un costo colectivo como sociedad colombiana.

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En as generaciones de la Colombia de hoy en su mayoría todos somos hijos y nietos de quienes padecieron como víctimas directas e indirectas y de quienes jugaron el papel aberrante de ser victimarios de una violencia desarrollada intensamente en el marco del llamado conflicto armado colombiano, convirtiéndose este, en el peso que por muchas décadas se lleva en la memoria y en la que se busca decididamente por una mayoría, encontrar caminos que allanen el posible logro de una paz estable, duradera y total, la cual, configure no solo el silenciamiento de las armas y la anulación de las acciones delincuenciales, sino también, la responsabilidad ética que permita colectivamente actuar desde una voluntad política de Estado y desde una participación imperante de la ciudadanía en la reconstrucción de la sociedad colombiana que somos todos. Contrario a este criterio, existen también unas fuerzas poderosas que oscuramente envuelven en el ambiente citadino, territorial, político, económico, socia

En el camino del siglo XXI sigue siendo fundamental la pregunta sobre: ¿qué somos y hacia dónde vamos?

Ante cada acontecimiento que vivimos en el mundo y la historia en pleno comienzo del siglo XXI siempre es importante hacernos la pregunta sobre el sentido y significado de nosotros como seres humanos, ¿nos sentimos tan humanos como para hacer de la realidad que vivimos una vida humana y humanizante? Si bien pensar en nuestra condición humana es un elemento base, que nos permite estar atento en la búsqueda de sentido y significado, cuestión que nos lleva a estructurar conscientemente desde un proceso racional el acto de poder conocer y conocernos a nosotros mismos. Una tarea que se asume desde lo cotidiano, lo presente, lo tangible, pero también desde lo que está fuera de su propio alcance mental; ¿Aun seremos conscientes de esto? O quizás nuestra condición humana se ha dejado llevar por la realidad prefabricada de las ideologías que representan un estilo de mundo marcada por la fragilidad humana dejando a un lado la fuerza y las capacidades de nuestra condición humana para seguir const

MILAGRO, MILAGRO, MILAGRO…

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El rescate de los 4 niños vivos en plena selva del Guaviare, que durante 40 días en una relación humana de sobrevivencia y de búsqueda concluyeron con la acción milagrosa de la vida, es algo que, para cualquier transeúnte en el país tiene interpretación que conmueve el alma de sentimiento humano, familiar y patriótico, llenando de Fe y de Esperanza nuestra historia personal, pero también de colombianos. Sí, la historia que hoy tiene una lección más, producto de unas dinámicas estructuradas, discernidas y construidas dando un resultado que solo sería posible con la transversalidad de un mismo criterio el de la Unidad y del Propósito Común; esa que -en este caso- construyo el Ejercito Nacional, la Guardia Indígena, los organismos Civiles y la misma sociedad colombiana dándonos una cachetada como lección frente a las incongruentes acciones y realidades de una sociedad que sigue viviendo en el atasco de la violencia que hostiga y destruyendo vidas, proyectos y progresos. Ahora bien, más al

En el sexagésimo aniversario de la encíclica Pacem In Terris del papa Juan XXIII, algunas palabras que pueden servir hoy.

La mayoría de los cristianos que acuden concurridamente en los templos parroquiales católicos, (y porque no decirlo también en los evangélicos) desconocen el alcance y la fuerza espiritual y social que tiene el Evangelio Cristiano; para muchos la fe cristiana que está llamada a experimentarse, comprenderse, celebrarse y compartirse, solo esta reducida a un hecho religioso el cual se busca vivirse desde la individualidad intimista, asumiendo la forma de poder respetarse,  cuando esta no intervenga en muchas cosas que tengan que ver con la construcción del mundo de lo social y de la historia misma; este tipo de experiencias se da desde una concepción de fe basada en la religiosidad popular, la teología dogmatizante del pecado y de la salvación individual, en la teología de la prosperidad y la liberaciones de posesiones demoniacas, sumando a las teorías modernistas de las libertades que se centran “el los derechos individuales” como un poder que se otorga y se defiende por las leyes del E

Liderazgos de la mujer rural. Un protagonismo significativo para la construcción de la paz y la reconciliación desde el territorio.

Partimos desde un presupuesto argumentativo de la teología bíblica y de la teología eclesial de lo social donde se entiende que hombre y mujer tienen la misma dignidad y son de igual valor ante Dios, agregaría que también ante las cosas que le rodea, especialmente -los otro(a)s-, además esta ‘misma dignidad’ refleja una dimensión relacional y social de la naturaleza humana, por lo que poseen una relación responsable de ser custodios de la vida y están llamados a disfrutar con gozo de las cosas creadas sin violentarlas, cuidándolas con especial atención y trabajo . Este argumento, nos permitiría entender que las luchas que se han gestado ante una sociedad que ideológicamente ha sido patriarcal en todos los sistemas, requieren de una mayor atención y cuidado, con el fin de asumir la categoría de igualdad junto con el de complementariedad dentro de la relación hombre y mujer, cuya responsabilidad colectiva entra en el mismo orden, siendo así constructores de la vida digna y querida en la

Las conversaciones entre el Gobierno y ELN. Un acuerdo que involucre a la sociedad civil para construir un acuerdo de paz desde la sociedad y los territorios.

Para nadie es un secreto -al menos para los académicos sobre conflicto armado colombiano y otros interesados en el tema- que desde la década de los noventa se empiezan a desarrollar por el Estado colombiano unos acercamientos concretos con el grupo guerrillero del ELN. Aunque para el Eln, las grandes trasformaciones estructurales de la sociedad colombiana deben enfocarse desde dinámicas territoriales, es decir, la importancia de involucrar lo que piensa y necesita los territorios, dichas oportunidades de dialogo no han tenido grandes frutos, debido a la complejidad de sus procesos que generaron fuertes altibajos que de manera histórica han imposibilitado un serio avance al menos desde el desarrollo de la agendas propuestas para su discusión en pro de la paz y el fin total del conflicto armado colombiano. Es así como, ni en el gobierno Samper (1994-1998), ni con el gobierno de Pastrana (1998-2001), ni el gobierno Uribe (1998-2001) se destacaron grandes avances, pero si aprendizajes que

PRONTO NUESTRO LIBRO TENDRA FECHA DE LANZAMIENTO.

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PRONTO NUESTRO LIBRO TENDRA FECHA DE LANZAMIENTO. Aquí algunos datos. Del discurso intransigente al discurso y la praxis promotora y constructora de la paz. Un largo trasegar en la eclesiología colombiana. https://autoreseditores.com/gregorio.jose/   

La corrupción del Estado -como administrador de lo público- es una violación a las necesidades básicas de toda persona para vivir.

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S i bien los Derechos Humanos se pueden considerar como el espacio propicio para que el hombre-mujer en todas sus condiciones encuentre el medio oportuno para salvaguardar y fortalecer sus principios fundamentales en cuanto a lo que se refiere a su dignidad y a su valor esencial, cualquier circunstancia, acto, pensamiento, juicio o acciones que indebidamente afecte la realidad de la persona humana y su desarrollo, se convierte en un atentado contra los principios de los DDHH, en su esencia natural y positiva. En este sentido, existe en nuestro medio social colombiano y regional  grandes problemas que llevan a sostener la tesis de que existe una violación directa y el no cumplimiento a cabalidad de los Derechos Humano ya sea desde lo general (el Estado – la sociedad) a lo particular (el individuo, el ciudadano), por considerar algunas situaciones donde se evidencia dicho riesgo, se muestra en el irrespeto y la des-valoración de la persona como tal cuando no se atienden las necesidades b