Las conversaciones entre el Gobierno y ELN. Un acuerdo que involucre a la sociedad civil para construir un acuerdo de paz desde la sociedad y los territorios.

Para nadie es un secreto -al menos para los académicos sobre conflicto armado colombiano y otros interesados en el tema- que desde la década de los noventa se empiezan a desarrollar por el Estado colombiano unos acercamientos concretos con el grupo guerrillero del ELN. Aunque para el Eln, las grandes trasformaciones estructurales de la sociedad colombiana deben enfocarse desde dinámicas territoriales, es decir, la importancia de involucrar lo que piensa y necesita los territorios, dichas oportunidades de dialogo no han tenido grandes frutos, debido a la complejidad de sus procesos que generaron fuertes altibajos que de manera histórica han imposibilitado un serio avance al menos desde el desarrollo de la agendas propuestas para su discusión en pro de la paz y el fin total del conflicto armado colombiano. Es así como, ni en el gobierno Samper (1994-1998), ni con el gobierno de Pastrana (1998-2001), ni el gobierno Uribe (1998-2001) se destacaron grandes avances, pero si aprendizajes que fortalecer la experiencia en negociaciones de paz; aunque en el gobierno de Juan Manuel Santos (2012 – 2018), se aventajan avances significativos como el de la tregua bilateral y el de una agenda que contemplaba seis puntos importantes para su discusión: (i) Participación de la sociedad. (ii) Democracia para la paz. (iii) las Víctimas. (iv) Transformaciones para la paz. (v) Seguridad para la paz y dejación de las armas. Y (vi) Garantías para el ejercicio de la acción política; tales puntos no pasaron a ser discutido como ruta para el dialogo. Mas adelante en el gobierno de Iván Duque (2018-2022), dialogar con el Eln fue una propuesta acogida pero con mucho recelo, generando en el periodo de gobierno una gran ruptura que disolvió por completo la mesa de conversación, el argumento, el ataque del 17 de enero de 2019 donde un carro bomba fue activado en el interior de la escuela de Policía General Santander dejando como resultado más de 20 muertos y casi 100 heridos; es así como el proceso de conversación construido con los elenos en el gobierno Santos desaparece y los avances se disolvieron en su totalidad. En la actualidad, para el gobierno de Gustavo Petro (2022) los diálogos con el grupo insurgentes han tomado parte fundamental de una agenda de Estado donde ‘la Paz Total’ es convierte en el andamiaje central de un gobierno de izquierda que busca establecer algunos cambios estructurales, -que no parecen ser tan inmediatos y mucho menos fáciles- con el fin, de enfocar una nueva versión practica de la política en Colombia que permita la verdadera justicia social, el restablecimiento de derechos, y la paz con un enfoque de construcción territorial. Tales criterios no están lejos del debate ideológico del mismo Eln, pero el criterio de lo político y lo militar, en la forma de tomar decisiones y otras características que marcan la identidad de los elenos muchas veces desvirtúan en el imaginario colectivo de la sociedad colombiana tales deseos de paz y justicia social. 


Para el actual gobierno, el dialogo con el Eln, no ha sido tan fácil como se planteaba , también ‘la crisis del dialogar con el Eln’ se ha presentado con mayor fuerza como las anteriores conversaciones, ya sea por imprudencia del gobierno  o por tomar posiciones sin ser concertadas ; aunque es posible reconocer cierto avance no tan diferentes a los que se dieron en el gobiernos Santos, los cuales dan un legítimo interés por la construcción de la paz, pero en la actualidad se mantiene algunos argumentos que pueden colocar en vilo la permanencia de dicha mesa si de verdad no se plantea de manera concertada lo que significa en este caso un cese al fuego de manera bilateral entre el Eln y el gobierno; en este sentido, es casi evidente que el Eln busque desarrollar un dialogo en medio del conflicto armado, lo cual, no permite tener certeza sobre la decisión de terminar el conflicto , ya que esto hace parte de su filosofía de línea militar. 

Ahora bien, estas dinámicas permiten establecer con el paso de las acciones fallidas, en la actualidad históricas del país, la urgencia de generar un dialogo serio que lleve no solo al gobierno, sino al Eln, a un maduro interés en el trabajar por construir un acuerdo de paz, donde se establezcan la oportunidad de avanzar en los puntos. En este caso, los que ya se establecieron como nueva agenda de discusión, firmada en el segundo ciclo de negociación donde se presentan los siguientes puntos: (1) La participación de la sociedad en la construcción de la paz. (2) Democracia para la paz. (3) Transformaciones para la paz. (4) Víctimas. (5) Fin del conflicto armado. Y (6) Plan general de ejecución de los acuerdos entre el Gobierno Nacional y el ELN. Si bien es una agenda no tan distinta a la firmada con el gobierno Santos, aquí se recogen las inquietudes y las urgencias para el logro político, con interés en las victimas, pero a la vez, en la necesidad de trasformaciones que socialmente han de plantear una Colombia distinta, realidad que debe ser asumida por la sociedad misma de manera inmediata.

Pero ¿Qué hace de que el dialogo con el ELN sea tan complejo desde antes de su desarrollo, cayendo una y otra vez en lo infructuoso de un avance claro y profundo? Comprender las razones o argumentos que influyen en el avance de los diálogos, en materia de construir la paz, lleva a tener que aprender a entender a partir de los orígenes mismos del grupo guerrillero  en cuando a: (i) su manera de organizarse como frentes, sus apoyos sociales y sus momentos preponderantes; a la vez, (ii) en sus procesos dinámicos en los territorios del país y la forma de como la importancia de las bases sociales, el ideal político y el argumento militar contribuyen a su desarrollo de identificación en el país. A esto también es esencial comprender, (iii) el debido protagonismo que hacen evidente su presencia en la historia del país frente a una lucha armada con ideales políticos basados en reivindicaciones y justicia social para los territorios. Aunque para el Eln la dejación de las armas, no es lo suficiente, ya que la construcción de la paz, implica un cambio estructural en las dinámicas político sociales del país. Frente a este tipo de naturaleza insurgente, en el caso contrario es menester saber también ¿Qué busca el gobierno para hacer posible una paz que involucre la voz del pueblo colombiano? ¿A qué le apunta el gobierno para entender o hacer tales cambios estructurales con la participación de la sociedad en general exigida por el Eln?

Lo anterior nos lleva a plantearnos sobre la importancia del conocer la intensión que se tiene de construir la paz para el país, para esto es necesario conocer el propósito y la filosofía del gobierno como el propósito y la filosofía del Eln hacia la construcción de la paz para nuestro país. Este presupuesto, debe ser acogido por la sociedad civil y los territorios, con el de involucrarse cada vez más en la construcción mancomunada de la paz, la sociedad civil, junto con los liderazgos territoriales debe conocer de primera mano la naturaleza de la insurgencia elenista -en este caso- dentro de su contexto histórico del conflicto armado colombiano, puesto que, permite entender el cómo ellos entienden y el cómo ellos buscan construir desde el enfoque político, social, y económico el logro de la paz. Ahora bien, por otro lado, también es necesario que la sociedad civil y los territorios, puedan ahondar y conocer la naturaleza la filosofía política en que están sustentadas sus intenciones del Estado colombiano en lo que respeta a la búsqueda de una construcción de paz, comprendiendo así, que tanto abordaje tiene sobre las inquietudes y las deudas históricas con la sociedad colombiana en espacial en los territorios. Conocer estas dos líneas de argumentos que pueden ser distantes y diversas, deben poner sobre la mesa el interés común que lleve a establecer el dialogo, haciendo posible que sociedad civil y los liderazgos territoriales tomen protagonismos siendo vinculados en la dinámica del dialogo, entendiendo que un acuerdo de paz se construyen frente a la sociedad y no a espalda de ella, pero a la vez, que una sociedad comprenda con quien se está dialogando optando así en posiciones concretas frente a la edificación de la paz. Esto ayuda a encontrar verdades objetivas, que permiten consolidar validos instrumentos que promuevan el desarrollo de diálogos vinculantes y permanentes, cuyo fin, es el de construir acuerdos que involucren las grandes trasformaciones sociales que se necesitan con urgencia.  

Para concluir nuestro análisis, vale la pena también plantear -teniendo en cuenta todo lo dicho anteriormente-, lo importante que es aprender a superar no solo por quienes están en la mesa dialogando, sino por parte de la sociedad civil y los liderazgos territoriales, cualquier situación que bloquee el desarrollo de unos diálogos, es necesario tener madures para asumir errores, y manejar la diplomacia para corregir situaciones que aunque podrían ser costosas, son fundamentales trabajar en su momento. En el dialogo siempre debe estar por encima los intereses de la sociedad colombiana, y no los interese de gobierno o de un sector que promueve la guerra, las necesidades y las deudas sociales con el país, deben ser resueltas, y para esto se requiere conocimiento, experiencia, prudencia, paciencia, contundencia, pero también un alto grado de conocimiento y tacto para el encuentro y el dialogo. En este contexto podríamos aquí plantear algunas ideas que como puntos de referencia que puedan promover el avanzar en el dialogo que es necesario para el país: 

1. COMPRENDER Y CONSENSUAR PARA AVANZAR EN EL DIALOGO. El Gobierno de Colombia y al ELN deben mostrar las verdaderas intenciones de construir la paz. Tales intensiones deben sostenerse aun en medio de las tensiones y las complejidades que los mismos diálogos van generando, de aquí que debe llamarse a un “NO levantar la mesa de conversación” con el fin de que esta siga desarrollando los ciclos pactados, y en la práctica, trabajar por un acuerdo inicial que permita en lo más urgente el cese de hostilidades bélicas, permitiendo el desarrollo estructural he integral de temas que han de abordarse hacia la construcción de un acuerdo de paz por el bien del país, dando respuestas a la deuda histórica que se tiene para con nuestro país: la paz con perdón y justicia social.

2. UN “SI” POR EL CESE AL FUEGO BILATERAL. Desembarcándose de la filosofía de los elenos, es necesario comprender que todo diálogo, debe llevar como telón de fondo la no violencia de confrontación armada en los territorios. Por eso, es necesario exigir al Gobierno y al Eln un acuerdo que consideren como fundamental para el dialogo, el desactivar cualquier tipo de acciones violentas que promueva la continuidad de las acciones bélicas, las cuales, siga cobrando inocentes, colocando en riesgo la estabilidad y la seguridad de los territorios. Querer desarrollar unos diálogos en medio de las violentas hostilidades, sumándole muertes, dolor y destrucción al proceso, es colocar en riesgo, no solo la credibilidad de quienes se encuentra en la mesa desarrollando conversaciones importantes, sino también, el minar la Confianza y la Esperanza del pueblo colombiano, la expectativa de un posible nuevo acuerdo de paz es el vehículo que desarma la guerra histórica que no ha permitido el desarrollo integral de los territorios en nuestro país, no se puede aplazar este instrumento, ya que, la paz como derecho, es una deuda histórica con los territorios de nuestra nación colombiana.

3. DIALOGAR EN MEDIO DE LA DIFERENCIA Y LA DESCONFIANZA. Toda construcción de la paz en nuestro país no se logrará en medio de pensamientos y voluntades igualitarias, totalitarias y autoritarias, mucho menos de cosas ganadas por seguridades no consensuadas, se necesita estar preparado para acoger la diferencia de lo diferente como una oportunidad para encontrar la verdad y así desarrollar consensos. Todo dialogo debe abarcar esas diferencias, que se dan dentro de dinámicas de desconfianzas entre el uno y el otro; cuestión que permite miradas objetivas que desarrollan los argumentos razonables, los cuales, revelan una verdad para edificar desde unanimidades, aprobadas y acogidas por la totalidad, permitiendo el desarrollo de los argumentos de una paz que entre las partes pueda ser promovida desde un modelo de sociedad mas justa y equitativa.  De aquí que deba exigírsele al al Gobierno y al ELN avanzar en el ejercicio del dialogo, partiendo de las diferencias, como oportunidad para el desarrollo de concesos y encontrar en la verdadera voluntad de paz, las respuestas para promover una sociedad donde tenga como protagonistas los más pobres y apartados del centralismo político y económico del que ha vivido el país por muchas décadas. 

4. AJUSTAR LAS DINÁMICAS DEL DIALOGO. Haciendo eco de las palabras del papa Francisco, donde plantea la importancia del reencuentro como un camino de construcción, y que en el tema de la paz, permite llegar a cicatrizar viejas heridas, generando procesos de sanación y restauración, el Gobierno y al ELN, deben tener la capacidad de desarrollar cada reencuentro de manera ingeniosa y audaz para avanzar hacia acuerdos necesarios, verdaderos, realizables, y concretos, se debe permitir ir desarticular la histórica cultura de la violencia, con el fin, de llevar al pueblo colombiano a una renovada cultura constructiva de la paz con perdón y justicia social, pero sobre argumentos concertados y validados por las partes, esto permite un avance y permite unas trasformaciones que se van dando. Por ende, en la naturaliza y dinámica del dialogo también está el éxito de unos acuerdos certeros y concretos.


La sociedad colombiana no aguanta más conflictividad armada, seis décadas le han impedido desarrollarse integralmente, se necesita cerrar la brecha, la estigmatización, la polarización y el desgaste político que ha tenido la historia colombiana, producto de la guerra entrada en ideologías desgastadas y en principios y dinámicas caducas que requiere de una reingeniería política y económica que desarrolle justicia social, reparación integral y construcción de territorios desde la base del perdón y la reconciliación. Se debe apelar a un llamamiento unánime para que las conversaciones entre el Gobierno y Eln permitan un acuerdo que involucre a la sociedad civil para construir un acuerdo de paz desde la sociedad y los territorios, desarrollado desde el sendero del dialogo logrando avanzar en la construcción de caminos certeros y eficaces, aun en medio de las complejidades y circunstancias para hacer posible la paz, como un derechos de todos los colombianos, saldando la vieja deuda histórica con nuestros territorios. 

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