En el camino del siglo XXI sigue siendo fundamental la pregunta sobre: ¿qué somos y hacia dónde vamos?

Ante cada acontecimiento que vivimos en el mundo y la historia en pleno comienzo del siglo XXI siempre es importante hacernos la pregunta sobre el sentido y significado de nosotros como seres humanos, ¿nos sentimos tan humanos como para hacer de la realidad que vivimos una vida humana y humanizante? Si bien pensar en nuestra condición humana es un elemento base, que nos permite estar atento en la búsqueda de sentido y significado, cuestión que nos lleva a estructurar conscientemente desde un proceso racional el acto de poder conocer y conocernos a nosotros mismos. Una tarea que se asume desde lo cotidiano, lo presente, lo tangible, pero también desde lo que está fuera de su propio alcance mental; ¿Aun seremos conscientes de esto? O quizás nuestra condición humana se ha dejado llevar por la realidad prefabricada de las ideologías que representan un estilo de mundo marcada por la fragilidad humana dejando a un lado la fuerza y las capacidades de nuestra condición humana para seguir construyendo la historia humana y humanizante.  Por eso hoy no está demás la pregunta sobre: ¿qué somos y hacia dónde vamos? Tal pregunta puede ser respondida desde un posible ejercicio de comprensión de la realidad del mundo exterior e interior que todo ser humano desarrolla; por eso lo que se presenta, lo que interpela, lo que debe responderse, lo que debe afrontarse, cada hecho, cada situación es un insumo para impulsar a entender la condición humana, logrando encontrar las herramientas pertinentes que permiten dar cuenta de la existencia y las repercusiones frente al mundo y la historia que cuestiona. Por ende, comprender nuestra existencia desde cada realidad que interpela la existencia, permite saber sobre nuestro ser y la capacidad que se tiene para apuntar a oportunidades fundamentales para el desarrollo mismo como seres humanos. 

Frente a este elemento del conocer y conocerse, el ser humano, partiendo de su capacidad, construye argumentos que manifiestan conclusiones con la que puede determinarse y distinguirse, desarrollándose como individuo en autonomía y también en el criterio de ser parte de lo colectivo; en tema de sentido y significado de existencia, tales argumentos no son definidas como manifestaciones conclusivas, sino que, estas se van elaborando en el proceso mismo de la historia, es decir, en la medida misma que el ser humano se sienta interpelado por el entorno y su necesidad de responder a las diversidad de objeciones que le interpela constantemente. 

Sobre tal situación, en esta parte del siglo XXI, como seres humanos, se sigue haciendo la pregunta sobre la presencia existencial, como también sobre la importancia del horizonte de la vida más allá del ser; tal cuestionamiento es fundamental, ya que, en el desarrollo mismo de su realidad humana debe asumir responsabilidades sobre el cómo y el hacia dónde va no solo a construir sino de construirse y desde que bases lo hará, con el fin de definirse y proyectarse. Sobre esta necesidad es donde se empieza a devenirse la realidad trágica de la existencia humana generando la lucha por el darle sentido y significado a lo que es y lo que se entiende en medio de la realidad que le circunda. Cuando no se hace conciencia de dicho proceso y de dichas responsabilidades lo humano se vuelve carente de sentido y significado, y a la vez, poco comprometido con el desarrollo de la realidad circundante. Por consiguiente, sobre la pregunta de ¿Quiénes somos? Y el ¿hacia dónde vamos? Se acarrea unos fundamentos que permiten generar desde la pregunta una intencionalidad de búsqueda, para generar aprendizaje y así construir criterios, los cuales, llevarán a asumir convicciones que permitirán diseñar actitudes, de esta forma se proyecta que tipo de persona se es y hacia donde se quiere llegar. 

Ahora bien, ¿Quiénes somos?, tal pregunta lleva a mirar la realidad del origen de la especie humana, la forma y la manera de cómo lo humano se constituye y se estructura en un ser capaz de existir y generar existencia, pero sobre todo como puede dar sentido a su propio vivir; esto permite mirar varios campos que encarnan un sinnúmeros de argumentos que acertadamente y fundamentalmente describe la realidad misma del ser humano, si bien para esto, la antropología como ciencia que estudia lo humano, puede ayudar a contestar dicha cuestión, ya que pone de relieve la forma del como el ser humano pudo desarrollarse dentro de un marco concreto de la realidad misma, desde tal contexto se puede alcanzar un conocimiento profundo de la humanidad entrando en el análisis de las tierras lejanas como las próximas tanto de las épocas remotas como de las actuales, además porque como estrategia antropológica es posible analizar el significado de los factores raciales en la evolución de las culturas y en los avatares de la vida contemporánea (Harris, 1983). 

Ante todo esto, sigue siendo válida hacerse la pregunta sobre: ¿qué somos y hacia dónde vamos? Y es que a partir de la pregunta del quienes somos, también de manera objetiva se ha de ver al ser humano por esencia como un ser vivo proveniente de un proceso biológico de evolución, el cual, se desarrolló dando un carácter de su identidad por la misma necesidad de subsistencia humana. El Ser quienes somos, nos hace ser unicidad compleja, con capacidad volitiva y determinante sobre la historia para trascender y dar trascendencia. 

Ahora bien, argumentar el quiénes somos, entra en una dinámica de introspección, del mirar  lo que es oculto ante lo exterior, pero que desde lo exterior es interpelado, no basta tener un nombre, un número de identificación, una nacionalidad, que den crédito a nuestra existencia social, jurídica, religiosa, se necesita ahondar en lo más íntimo, nuestro Ser desde sus comienzos, el cual, está construido desde la evolución de múltiples y variadas especies de vida en escala accedente de perfección hasta llegar al umbral del hombre (Velez, 2005). Esto permite desarrollar unas cualidades propias en la especie humana que lo diferenciaran de las otras especies, el hombre siente y entiende, posee vitalidad, capacidad de invención, socialización, y de tener conciencia de su existencia misma, todo esto permite visibilizarse desde una identidad única cuyo complemento se acrecienta con lo circúndate (Velez, 2005; p. 370 - 371); en esencia esto permite ser propiamente únicos en medio de muchos. 

Como se ha referido, las formas volitivas y determinantes que desde la esencia de lo humano se dan a través de un largo proceso de perfeccionamiento que en el tiempo han ido evolucionando y han dado lugar a otras formas de vida más complejas, más elevadas hasta llegar al hombre en su actual realización, esto a desarrollado por completo algunas características que identifican la esencia de lo humano; por ejemplo, el hombre además de ser una especie viva, se diferencia de las demás especies del entorno, a partir, del uso de la razón como instrumento de reflexión y construcción de pensamiento, esto lo caracteriza por ser una especie capaz de Ser pensante, el cual, desarrolla sentido de su existencia; tal capacidad no solo le garantiza su autonomía, sino que lo lleva a aprender a ser para auto determinarse que existe. Tal autodeterminación no se complementa al margen de la realidad, es decir, este ser capaz de pensar se desarrolla también cuando su construcción de identidad se  perfecciona con otro semejante, y todo porque existe necesidad de ser interpelado por otro ser que también existe y busca plenitud de vida; por ende, el humano evolucionado es un ser que en relación con alguien de su misma especie lo lleva a ser un ser con capacidad de sociedad, esto configura un conjunto de relación de lo humano que conlleva a construir un sistema social donde existe la capacidad de escucha, de aceptación y de desarrollo común. 

Por otra parte, desde el referente de sociedad, el saber quiénes somos, enmarca internamente una evolución cultural, lo cual, nos hace ser cultura, esto marca diferencia de forma radical de los otros que existen; si bien la cultura, supone el conjunto aprendido de tradiciones y estilos de vida, socialmente adquiridos, de los miembros de una sociedad incluyendo sus modos pautados y repetitivos de pensar, sentir y actuar (es decir, su conducta) (Harris, 1983, p. 19) esta lleva a formar una identidad social el cual desarrolla desde la individualidad el asumir principio y valores formados para la sostenibilidad social dando trascendencia hacia los demás que rodean he interpelan. Por ende, sigue siendo válida hacerse la pregunta sobre: ¿qué somos y hacia dónde vamos? Para comprender hoy nuestra capacidad de Ser pensante, de ser un Ser con capacidad de sociedad, y de ser un Ser inserto en una cultura.

Para concluir colocarse ante la pregunta de ¿Hacia dónde vamos? Se cimienta en la necesidad de saber su Destino, y a la vez el Sentido de su existencia, ya que esto le permiten trascender sobre su propia realidad; si bien destino y sentido se lograr constituir en el tiempo y en el espacio en el que humanamente se moviliza la existencia de lo humano, todo es materializa porque el ser humano vive dentro de la historia siendo un ser histórico, su fin, es buscar siempre una razón de equilibrio con sus semejantes, protegiendo la existencia del otro cuando lo reconoce y se involucra dentro su marco existencial; a la vez, porque es un ser mortal y de apertura donde construye desde y con los otros para los otros. Por ende, lo humano encarna un destino que se realiza y da el sentido desde las pretensiones mismas de una existencia con necesidad de realizarse, el hombre dentro de la demás especie busca siempre su plenitud, su trascendencia, su meta es elevarse y maximizar su realidad humana, por eso, su meta está en garantizar la plenitud siendo ser-en-el-mundo-con-los-otros logrando así la madurez o personalidad como desarrollo progresivo de la humanidad (Velez, 2005, p. 401). 


Bibliografía.


Harris, M. (1983). Antropología Cultural. Madrid: El libro de bolsillo. Antropología. Alianza Editorial.

Velez, C. J. (2005). El Hombre un Enigma. Antropología Filosófica. Bogotá, D.C.: CELAM.



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