Desde que nos inventamos en el imaginario “la felicidad”, a partir, de las satisfacciones personales, se han creado la idea global de una obligada acción de consumo, esto termina induciéndonos al concepto de responder a las necesidades, además o más allá de las básicas; lo anterior se encuentra influenciado por el concepto inevitable del sistema de producción, esto permite el origen y el fortalecimiento del desbastador aparato del Capitalismo en el que a todos terminamos arrodillados.
El problema de dar origen a todo esto, es que por querer parecernos a los demás, terminando de embutir y defender el ideal de una Globalización que por necesidad hoy ‘necesitamos tener para estar bien’, tal ideal de satisfacción individual termina generando colectivamente el individualismo, la exclusión, la miseria y la corrupción.
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