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Mostrando entradas de enero, 2018
Estamos en uno de esos momentos cruciales para la política sucreña y colombiana, momentos en que es posible renovar el concepto y la practica del quehacer político en nuestras regiones y en cada uno de los territorios, pero da la inmensa impresión qué hay un poco mas de lo mismo, sin caer en el pesimismo; se percibe que aun muchos están y siguen dormidos frente al interés politiquero de los mismos, los cuales se han creído que la curul tiene sus apellidos incrustados; y por otra parte, el populismo que llega y tendrá su mayor auge cada vez que se acerque el día de elegir. Todos esto nos lleva a la idea central de que no se quiere trabajar por un deseo de generar novedad política, que desacomode, desprenda y debilite las tradiciones y el continuismos de los apellidos politiquero que se adueñaron de los destinos de nuestras regiones, y a la vez, que se pueda permitir a los territorios trasformar no solo sus realidades sociales, sino, su ideal de querer hacer un país distinto al que
La miseria humana es la realidad compleja de nuestra existencia que debemos aceptar y conocer, no tener miedo de lo que somos y comprender que en nosotros existen potencialidades pero también se hacen presente nuestras realidades que aminoran las capacidades del obrar bien según las exigencias de nuestro entorno; ha de ser siempre la tarea constante. De ahí la imperiosa necesidad de conocernos a nosotros mismos, de no avergonzarnos de nuestras limitantes y de potencializar nuestras capacidades, solo así, cuando obremos bien estaremos satisfechos, pero cuando obremos mal tendremos la capacidad no sólo de asumir, sino también, de reconocer nuestro pleno error, esto nos ayudará a crecer y así aprender a vivir mejorando siempre nuestro interior. 
La voluntad de hacer siempre el Bien está  en nuestras manos, poseemos  la capacidad, la inteligencia, la disponibilidad y la tenacidad de hacer de nuestra existencia un lugar predilecto donde no solo logremos nuestra realización personal, sino que, cooperemos incansablemente en la realización de otros, pero el miedo siempre pone en peligro tal propósito, llevándonos a situarnos en la tendencia del individualismo que nos hace caer en la mediocridad, la rivalidad, el egoísmo, las ambiciones y unas tantas cosa más que visionan en nosotros una seguridad que termina falseado nuestra existencia; lastimosamente ese camino es el que hemos construido para nuestra conciencia individual y colectiva. Romper con todo lo anterior requiere un camino arduo, exigente pero pleno, ese es El AMOR, en él encontramos libertad, restauración, sanidad y muchas razones para seguir adelante con nuestra realizacion  de vida y la cooperación colectiva para transformar  y edificar novedad en la realidad que
Los seres humanos tenemos la capacidad de destruirnos los unos a los otros, es quizás una tendencia casi que natural, pero por encima de esa realidad existe una razón mucho mayor, y es nuestra llamada a la construcción del Bien; tal llamado exige de nosotros implementar todas nuestras capacidades humanas y espirituales con el fin de llegar hacia las razones del porque y el para que somos responsables de la construcción de un bien integral que garantice no solo nuestra existencia sino el desarrollo humano de los que están a nuestro al rededor. Con esta claridad de mi compromiso humano ante la vida, seria bueno que nos cuestionáramos ¿Qué tanto alcance tiene mi búsqueda de construir el bien, no solo a nivel particular, sino a nivel común?, y si hoy la existencia se agotara ante la realidad terrena, ¿si habríamos dejado huellas en la construcción de un camino de realización del bien para los demás? Dejemos a tras las razones que nos llevan a elevar nuestro mal y con el pensamient
No pretendamos pensar que por el hecho de ser discípulos del Señor Jesús llamados a la santidad y a estar lejos del pecado, debemos estar lejos del mundo.  Es dentro de nuestra realidad mundana donde estamos invitados a ser distintos al mundo, donde los pensamientos y las acciones humanas visibilicen una manera distinta de ser frente a las opulencias de un mundo que siempre se individualiza extremadamente; por ende, creer que un cristiano no puede pensar y hablar en temas sociales, políticos, económicos y culturales, significa estar fuera del mundo y de la historia, sin acción y sin repercusión, haciendo de su esencia cristiana una realidad de muerte viviente.  Son los cristianos que dentro de la profesión de Fe en Cristo Jesus Vivo y Resucitado, que viven dentro de la comunidad creyente que es la Iglesia Universal, los que poseen el compromiso de ser profetas anunciadores del Reino de Dios, con palabras que no debe repercutir solo en un tinte de religiosidad, sino que deben i
Todos los pensamientos y las acciones de la vida humana siempre estarán destinadas a dos caminos: Vida – Muerte.  Esto no será por un simple criterio de principio moral y ético, sino por un hecho en el que el ser humano tiene la plena libertad de realizarse o de encaminarse hacia su propia destrucción; de ahí entonces la necesidad de edificar con urgencia una conciencia recta y un corazón amado para que actuando en la verdad y en el amor se pueda construir la vida y no la muerte; lo contrario a esto será una mente embotada y un corazón desencarnado de las fuerzas del amor, llevándolo a un estilo de vivir que lo acarreará a su progresiva he integra muerte. Que nuestros pensamientos y nuestras obras generen siempre vida, no solo en la nuestra, sino, en la de quienes nos rodean, solo así habrá razones fundamentales para vivir y destinarnos a una muerte no destructora por nuestra propia causa, sino, por el desgaste existencial de nuestro buen obrar. 
La trágica realidad del presente personal y social no puede afectar la novedad de las generaciones venideras, en ellos se debe invertir para prepararlos y colocarlos en el camino de la historia con el propósito de que sean los generadores del cambio esperado para el mañana; por eso, no hagamos que nuestros hijos-as unos seres frágiles dependientes de nuestra decisiones paternalistas, ni los hagamos que sean portadores de nuestras tragedias, ni de nuestros individualismos familiares y/o sociales, ni mucho menos que sean herederos de nuestros miedos, nuestros errores o nuestros conflictos del pasado y del presente, pecado familiar si eso llegará a pasar; ellos son la novedad histórica, nuestras generaciones deben superarnos en todo, y en ellos se debe depositar siempre la esperanza de un nuevo amanecer para la vida y para el cambio de rumbo de la historia, si esto no sucede, la culpa siempre será nuestra...
La vida es una de esas experiencias terrenales donde se entiende y se aprende lo que significa vivir, en ella algunas veces ganamos, pero también muchas veces perdernos, eso es casi que normal, lo que no sería correcto es no aprender es el cómo asumir cada uno de esos momentos, pues es en esto momentos ganar-perder, se debe mantener el sano juicio y en pleno equilibrio de las facultades humanas; solo así no se extravía el rumbo de la misma existencia; y aunque se gane o se pierda, nos mantenemos en la sintonía de nuestra condición humana. Es necesario entonces trabajar en nuestro sano equilibrio interior, para soportar todos los vaivenes de la vida, y así aprender con las lecciones que ella nos da; ganar-perder siempre será el instrumento de aprendizaje más congruente para que nosotros asumamos la necesidad de ser maduros, fuertes y equilibrados.