‘LA SEGURIDAD’ COMO UN DERECHO, UNA RAZÓN PARA LA RELACIÓN ENTRE EL ESTADO Y LA CIUDADANÍA.
Todos
los seres humanos estamos llamados a vivir en la paz, y a la vez a ser
promotores de ésta dentro del contexto en que nos desenvolvemos. Esta promoción
sólo sería posible, cuando la sociedad asuma conscientemente la responsabilidad
individual en la construcción de caminos que permitan una vida una paz con
fundamentos los cuales garantice la seguridad personal, comunitaria y social ([1]).
Lo contrario a la paz es la guerra no solo la velica, sino, la de todo tipo que
atenta contra la ‘Dignidad y el desarrollo integral de toda una sociedad’; una
de las tantas razones para la presencia de ésta, es el individualismo que
caracteriza al hombre actual, creando así una lucha de bienes que dejan de ser
intereses comunitarios y se convierten en intereses o bienes personales
desviando el sentido de vivir como colectividad, generando acciones de
violencia y de desarticulación de toda convivencia.
Desde esta realidad se
deduce que las guerras, las disputas, los enfrentamientos y demás, poseen su
significado cuando se asumen, como una necesidad para defender y recuperar lo
que se ha perdido por las fuerzas de los intereses de unos pocos. Aunque se
sabe que si ese fuese el objetivo principal de aquellos, se encuentran lejos de
lograrlo debido a que las confrontaciones que se han generado a lo largo de la
historia de la humanidad, sólo han destruido y generado miedo en la población,
mostrando siempre que toda comunidad viven insegura frente a cualquier tipo de
situaciones violentas que no dejan de aparecer en cualquier circunstancia; por
ello, se hace necesario empezar a trabajar en la reconstrucción de ese camino
que sería el inicio del final del conflicto social: la Paz, camino que se
traduciría en justicia, equidad, respeto por la dignidad humana,
sostenibilidad, inclusión y el respeto por los derechos básicos de cada persona
como la educación, la salud, la alimentación y el bienestar ([2]).
Este
es un motivo para que el Estado como garante en la protección de los derechos y
la ciudadanía como llamada a constituirse integralmente ha de buscar en
desarrollar iniciativas encaminadas a la solución de esta problemática de la
violencia cotidiana he integral, el cual, deben garantizarse como medios para
la reconstrucción del tejido social y
de los modos de vida dentro de toda comunidad, siendo urgentes estos, para
lograr el equilibrio y la estabilidad de una sociedad que ha sido vulnerada en
sus derechos y en su convivencia. ([3])
Desde este punto de vista, ‘la Seguridad’
como un derecho, es una de las principales razones para entender la relación
entre el Estado y la ciudadana, ya que este debe proporcionar a cada
ciudadano(a) una herramienta de ‘Seguridad jurídica’ el cual se asume como
‘la garantía dada
al individuo por
el Estado de
modo que su persona, sus bienes y sus derechos no serán violentados o que, si
esto último llegara a producirse, le serán asegurados por la sociedad, la
protección y reparación de los mismos’([4]). Esta atribución del Estado, existe como una tarea
dado por la ciudadanía desde el ejercicio democrático, le cual, ha sido conferido
a quienes conforma el Estado ([5])
el cual funge como un poder y una responsabilidad en asumir la labor de
salvaguardar los bienes humanos y materiales de la sociedad que como derecho
son propios y fundamentales en el progreso de todo ciudadano ([6]).
Por consiguiente, será el
Estado quien debe ejercer políticas que incluyan todo un carácter de ‘Seguridad’
donde cada ciudadano se sienta libre de cualquier peligro contra su vida, su
realización y su bienestar construyendo así una paz estable y duradera. Dichas herramientas
conjuntamente deben proveer a la sociedad la libre delincuencia y cualquier
ejercicio de violencia no vista desde lo velico, sino desde la violación de sus
derechos fundamentales, que son ocasionados por quienes están al margen de la
ley y de todo desarrollo de cualquier comunidad. Sobre esta responsabilidad del
Estado, se entiende que ‘la Seguridad’ es un componente influyente en toda
estructura, estabilidad y protección a toda la ciudadanía y sus diferentes
procesos de vida impidiendo la violación, vulneración y desarticulación de sus
derechos que lo elevan como ser digno y sociable. .
Cuando se habla de seguridad no se puede
desligar ningún tipo de ciudadano, ni tampoco deslegitimar la búsqueda de que
todo principio de seguridad esta propuesta como el camino constructivo de una
sociedad en paz, por tal razón la seguridad debe comprender en una amplitud
donde los resultados deben desembocar en la sana convivencia y en el desarrollo
humano de todos los miembros de cualquier grupo social, cuya finalidad es la
estabilidad y la realización libre y plena de sus derechos como ciudadanos.
Desde esta perspectiva se reafirmar entonces
algunos elementos sobre el concepto de ‘Seguridad’, las cuales, desde su misma
necesidad dentro de la comunidad se entienden (1) desde una necesidad
individual y social que depende de factores de riesgo objetivos y factores de
protección y (2) no es propiamente un problema meramente policial. La
delincuencia, la violencia y la inseguridad son problemas que tienen un
componente social, estructural y político. La naturaleza de estos exige
políticas consistentes y duraderas. Por ende, sobre esta visión, el Estado y la
Comunidad suscriben una relación en
cuanto se relaciona con otras formas de producir y garantizar seguridad, como
la seguridad jurídica, ecológica, humana, democrática, etc. y lleva a centrar
la mirada sobre aquello que la amenaza (como la violencia en la sociedad, la
criminalidad y la inseguridad frente a riesgo reales o imaginarios) y la
protege (como es el quehacer de las diversas instituciones estatales y de la
sociedad civil relacionadas con su promoción y protección). (Tudela, 2005)
Para concluir, se trataría
de visionar la responsabilidad y la
capacidad del Estado y sus autoridades en cuanto a su relación con la
ciudadanía, ya que ha sido difícil que se logre fortalecer dicho derecho de ser
una comunidad segura, puesto que no existen las políticas de fondo que permitan
generar trasformación ciudadanas de protección
y de respeto a los derechos de cada individuos, aquí el Estado debe medir su
capacidad el cual han de dar respuesta efectiva a riesgos, amenazas o
vulnerabilidades, y estar preparados para prevenirlos, contenerlos y
enfrentarlos. Dicha actuación se expresa en el término “políticas de seguridad
ciudadana” que se limita a las medidas destinadas a contrarrestar los riesgos y
amenazas que se presenten sobre las condiciones de vulnerabilidad de la
sociedad y sus instituciones. (Tudela, 2005)
[1] La paz es un valor y un deber universal; halla su fundamento en el orden racional y moral de la sociedad que
tiene sus raíces en Dios mismo, «
fuente primaria del ser, verdad esencial y bien supremo ».La paz no es simplemente ausencia de guerra,
ni siquiera un equilibrio estable entre fuerzas adversarias, sino que se funda sobre una correcta
concepción de la persona humana y requiere la edificación de un orden según
la justicia y la caridad. (Compendio de la Doctrina Social de la
Iglesia. N°: 494.)
[2] La paz es fruto de la justicia (cf. Is 32,17), entendida en sentido amplio, como el
respeto del equilibrio de todas las dimensiones de la persona humana. La paz
peligra cuando al hombre no se le reconoce aquello que le es debido en cuanto
hombre, cuando no se respeta su dignidad y cuando la convivencia no está
orientada hacia el bien común. Para construir una sociedad pacífica y lograr el
desarrollo integral de los individuos, pueblos y Naciones, resulta esencial la
defensa y la promoción de los derechos humanos. (Compendio de la
Doctrina Social de la Iglesia. N°: 494.)
[3] La promoción
de la paz en el mundo es parte integrante de la misión con la que la Iglesia
prosigue la obra redentora de Cristo sobre la tierra. La
Iglesia, en efecto, es, en Cristo « “sacramento”, es decir signo e instrumento de
paz en el mundo y para el mundo ». La
promoción de la verdadera paz es una expresión de la fe cristiana en el amor
que Dios nutre por cada ser humano. De la fe liberadora en el amor de Dios se
desprenden una nueva visión del mundo y un nuevo modo de acercarse a los demás,
tanto a una sola persona como a un pueblo entero: es una fe que cambia y
renueva la vida, inspirada por la paz que Cristo ha dejado a sus discípulos
(cf. Jn 14,27)…La Iglesia exhorta a
personas, pueblos, Estados y Naciones a hacerse partícipes de su preocupación
por el restablecimiento y la consolidación de la paz destacando, en particular,
la importante función del derecho internacional. (Compendio de la
Doctrina Social de la Iglesia. N°: 516.)
[6] Ibit, TÍTULO II.
De los derechos, las garantías y los deberes. Capítulo 1. De los derechos
fundamentales. Capítulo 2. De los derechos sociales, económicos y culturales
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