Cien días de gobierno ¿Son suficientes para decir que vamos por el camino de un correcto cambio político para el país?

Construir la ‘Paz total’ en Colombia requerirá de una política económica y social que pueda estar al servicio de las grandes y necesarias trasformaciones colectivas donde viendo los resultados se perciban que los cambios urgentes se están dando, alejándose así de un querer ostentar el poder de una línea política en particular como una forma egolátricamente de hacer creer que son mejores gobernando que otros, a pesar de que muchas veces se sigan teniendo las mismas acciones anti políticas de las que antes se criticaban con vehemencia. Por eso ante el ‘magno acontecimiento’ de los primeros cien días de gobierno con el alma calmada y los egos menos alborotados, uno como ciudadano que quiere lo mejor para su país, siendo consciente de la urgencia de cambios desde los territorios tendría que preguntarse de manera responsable si los cien días de gobierno serían suficientes para comprender los argumentos y las acciones que evidencian resultados para grandes transformaciones políticas, económicas y sociales que configuran la política de ‘Paz Total’. Pensar sobre esto, permitirá saber si es válido un respaldo ciudadano o es más bien una cortina de humo para hacer creerle a la sociedad que todo va bien, cuando de verdad se esta tan enredado que no se sabe el cómo y el por donde avanzar.

Querer hacer este cuestionamiento no es porque se sea de derecha o de centro bipartidistamente, situación que termina siendo tan irrelevante para las necesidades del país, pero si se necesita pensar de manera autocritica y pragmática sobre el cómo el que hacer de la política logra sus propósitos y que tanto los resultados promueven el bien común de toda la ciudadanía empezado desde los territorios. Nuestros gobiernos buscan siempre el querer alardear de sus programas y mostrar que sus resultados basados en sus tiempos y en sus intenciones son los mejores, como una muestra de su poder y de su eficacia, pero ciertamente los resultados siempre distan del verdadero interese general, o al menos es incompleto, y todo porque en el fondo siempre termina existiendo un entramado de propósitos que marcan los intereses personales y de los que le rodean, de aquí que, el fenómeno de la corrupción, la politiquería y la defensa de ideologías bipartidistas estén en el tintero de los gobiernos alejándose así del propósito del gobernar para trasformar las necesidades de los ciudadanos de a pie; muchas veces, es posible pensar que los gobiernos se olvidan para que fueron elegidos, y de cuál es su responsabilidad para con la sociedad, sobre cuál es su verdadero papel en la dinámica trasformadora no solo de los problemas evidentes, sino también del desarrollo que se deben tener como región a nivel internacional, de ahí que, la política tenga que convertirse en menos espectáculo y más acciones que integren las necesidades urgentes -en este caso- de la sociedad colombiana. 

Es por eso que se hace urgente pensar si ¿cien días de gobierno son suficientes para decir que vamos por el camino necesario para el cambio político para el país? Como ciudadano siempre se debe apelar a la prudencia, al discernimiento político, a la autocrítica y a la espera de resultados contundentes y verificables, puesto que esto, permite saber si de verdad las políticas de Estado que asume un gobierno se ajustan a las necesidades del grito ciudadano que reclaman justicia social, vida digna y respeto de derechos, como también el cumplimiento del deber centradas en políticas púbicas claras, evidentes y prácticas. En este caso la ‘Paz Total’ como política pública que hoy tiene el Estado, tiene unas altas exigencias que deben empezar a ser desarrolladas para evidenciar el resultado en el progreso de los territorios y la trasparecía del Estado, en este sentido, todo ciudadano debe comprender y tener argumento crítico para mirar si el ser y el quehacer de todo ejercicio político dentro de un gobierno como el actual, está llevando a cabo el propósito de lo común, en este sentido, se debe tomar posturas en el análisis desde dos criterios fundamentales: La Credibilidad y El Servicio; no hacerlo, es caer siempre en el juego del pan y del circo. 

1. Sobre la credibilidad política de un gobierno esta genera en la conciencia de la ciudadanía un impacto transformador basados desde la esperanza y la confianza. Si bien, el Quehacer político de un gobierno (sea cual sea su ideología bipartidista) debe argumentar y sostener su presencia ante las esperanzas de los ciudadanos, no hacerlo, es jugar y engañar la fe de quienes colocaron su confianza, en especial los más pobres. La credibilidad se da en el discurso realista de posibilidades que se materializan, por lo que, las acciones de un gobierno que, comprendiendo su poder, siempre estarán a la disposición de buscar el desarrollo integral del pueblo, y no tomar la política para estar por encima del pueblo. En este sentido el ser y el quehacer del ejercicio de la política desarrollada por un gobierno para hacerse creíble, fructífera y transformadora debe llevar en su genética una voz profética que no solo piense en los vulnerables y violentados, sino que, hable en su nombre, basándose desde sus realidades, en su aconteceres, y desde la supremacía del poder que le confiere la Constitución como Estado responder con coherencia y trasparencia a las urgentes situaciones de la sociedad, dándoles vida digna y desarrollo integral, en pocas palabras: justicia social. Por ende, los argumentos de todo quehacer político deben centrarse en las necesidades reales; de aquí que la política pública -en este caso particular- de la ‘Paz Total’ debe responder a las necesidades por el cual fue desarrollada dicha política, mirándolas desde el presente con visión de futuro, involucrando a los ciudadanos a su construcción y trasformación de los propios territorios, garantizando no solos los derechos, sino también la exigencia del cumplimiento de los deberes constitucionales. Toda credibilidad política del gobierno en el Estado tiene que llegar al desarrollo integral que, sustentado desde el discurso real y pragmático, pueda ejecutar para encaminar sus dinámicas hacia construcción y la trasformación de los territorios, como el defender y exigir el bien común y el hacer valer la constitución como instrumento jurídico que busca el bienestar colectivo y el cumplimiento de los DDHH.

2. Todo quehacer político debe entenderse como un servicio y no como poder. Sustentado en el pensamiento del Papa Francisco, la política se concibe como el servicio que todo individuo puede lograr efectuar, llegando así a tener una praxis de magna caridad, es el servicio más alto que puede existir hacia el otro; y todo porque el individuo puede ayudar a una persona que se encuentra en situación de necesidad, pero, cuando esta persona se une a otros que tienen o efectúan un mismo fin pueden generar procesos sociales de fraternidad y de justicia para todos, aquí se entra entonces en el campo de la más amplia caridad que es la caridad política, lo cual, busca avanzar hacia un orden social y político cuya alma interior es la caridad social (Francisco, 2020). Por consiguiente, dentro de las diversas teorías sobre política siempre existe la necesidad de asumirla como una actuación instrumental que apunta a objetivos determinados, a la vez, como una expresión simbólica de la vida común y, como elemento fundante de toda persona que desde su concepción y acción ética busca de manera organizada el Bien Común, ya sea desde una responsabilidad institucional basado desde un dialogo con lo social y/o desde una responsabilidad desde su papel como ciudadano. Ahora bien, este Bien Común del que trata todo propósito dentro del ejercicio de la política, encuentra su mayor realización en lo social, de aquí que es la reflexión ética de cada individuo la que determina y fundamenta en una vocación política que busca servir al prójimo, el cual, posee una historia, una realidad, unas circunstancias de las que se tienen que superar dos tentaciones, la del poder que se impone y, la del, no poder como muestra de la indiferencia hacia los demás. En tales circunstancias, la política vista desde una dirección antropológica, tiene desde la pastoral de la Iglesia una mayor preocupación ya que, tales tentaciones mencionadas y otras que pueden determinarse en la praxis, colocan en dificulta la relación hombre-política, afectando así la praxis de una ética destinada hacia la trasformación de los entornos colectivos. Ahora lo que hace posible que, desde una antropología política se permita actuar en rescate y en crecimiento de actitudes políticas, es la actitud-valor de la solidaridad, como valía dialéctica que incorpora lo individual y lo colectivo, como un modo de hacer historia, como una manera de trabajar desde los confitos y colocados para un lograr la unidad piriforme que engendra la vida (Gallo, 2018, págs. 317 - 336).  

Cien días del actuar gobierno en el Estado no son los suficientes para dar el salto al vacío en el jolgorio de que todo va marchando bien, solo es un camino que empieza a construirse del cual exige de nosotros como ciudadanos colombianos calma, prudencia, discernimiento político en los argumentos y las acciones, y el velar para que los resultados concretos y reales beneficien a las comunidades desde un bien común que permita una justicia social clara y eficiente.


Bibliografía

Francisco. (2020). Carta encíclica Fratelli Tutti. Asís.: San Pablo.

Gallo, M. (2018). El pensamiento social y político de Bergolio y papa Francisco. Salta (Argentina): EUCASA. (Ediciones Universidad Católica de Salta).




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