PENSANDO EN MARICADAS, (sobre como destruir la hipocresía, el fanatismo y la mentira embazada en una falsa bondad).


En estos días, frente al contexto político que vive nuestro país, me he dado cuenta de dos cosas muy importantes que destacan mi filósofa de vida:


1. La vivencia auténtica del Evangelio de Jesús como un imperativo que permite hacer de nuestra vida un estado de argumentos cimentados en la Moral y la Ética para construir en la libertad y la diversidad una comunidad.
2. La importancia y la necesidad del tener una voz profética que permita desde la Verdad ser garante en la construcción de la paz y la reconciliación, lejos de los sectarismos manipuladores que violentamente dañan la unidad y la concordia entre ciudadanos y hermanos.

Por consiguiente, en mi posición persona no puedo comulgar con tres cosas: (i) la hipocresía evangélica y ciudadana, (ii) el fanatismo partidario de una ideología y maquinaria política que en la praxis hace daño, porque no está en favor de los pobres, porque sencillamente no la conoce; y, (iii) el de tener un real desinterés en la conciencia y en el corazón de lo que verdaderamente es urgente para todos. De aquí que me genere desconfianza todos esos que se rasgan las vestiduras pensando y hablando en nombre los pobres, (ni siquiera regalan un mercado a los pobres), pues jamás les ha interesado a los pobres (entre ellos algunos clérigos y buenos religiosos de la sociedad), y mucho menos querer ayudarles, y eso porque en la conciencia de muchos no se le es permitido vivir bajo la sombrilla de unos mínimos éticos y morales, ya que eso exige al menos respetarnos y construir desde nuestras diferencias, cosa que requiere renuncias y sacrificios, y no todos están dispuestos a querer ceder, porque solo se piensa desde el ego, y/o desde el individualismo.

La Colombia de hoy, es decir, nosotros, estamos llenos de hipocresía, de fanatismo y de una mentira que se embaza en la egolatría sectaria de talvez muchos de nosotros, cuestiones que se revisten de una falsa bondad y de un estéril desinterés frente a los problemas reales. Creo que conocer los problemas y transformarlos requerirá siempre el saber cómo hacerlo desde y partir de la base, aprendiendo a contemplarlas (VER) a discernirlas con argumentos y en libertad i unidad (JUGAR) y a trabajar mancomunadamente (ACTUAR) para crear los verdaderos cambios estructurales que requiero la sociedad.

Hay que considerar en el cambio, en el cambio real y serio, lejos de la egolatría por el poder, cambios que nos permitan transformar estructuras sólidas empezando por la conciencia individual y la colectiva; todos necesitamos recuperar el auténtico interés de construir los criterios que nos permitan tener una voz autorizada para enfrentar con valentía los dilemas ya sea desde las horillas políticas, de la economía, de la espiritualidad, desde el amor por la naturaleza, de las diferencias y desde todos aquellos elementos que nos lleven al edificar en unidad, en igualdad ante la ley y la justicia; pero la única arma para eso es EL DE EDUCAR.

Por ende, acabar con la hipocresía evangélica, el fanatismo partidario de una ideología política que hace daño, porque no está en favor de los pobres, porque sencillamente no la conoce, es EL ARTE DE EDUCAR LA CONCIENCIA Y EL CORAZÓN.

Yo le apuesto a luchar por aportar en la construcción de procesos que nos permitan demostrar lo que ha venido desvirtuando nuestro pensar y nuestro actuar como individuos autónomos, libres en medio de una realidad llamada al respeto colectivo, buscando el corregir aptitudes, el re-aprender a convivir, y el tener como fundamentos claros los criterios que puedan regir nuestra conciencia y nuestro corazón para edificar la paz y reconciliación. Construir y trasformar hacia fuera, requerirá un verdadero proceso de trasformación y edificación constante desde adentro, logrando así la destrucción de la hipocresía, del fanatismo y de la mentira que se embaza en la egolatría sectaria revestida de la falsa bondad y del estéril desinterés frente a los verdaderos problemas que nos agobian humanamente.

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