REEDUCAR Y NO DIVIDIR DESDE UN CONCEPTO IDEOLÓGICO DE MUJER, SINO DESDE EL ARGUMENTO; HOMBRE – MUJER, IGUALDAD Y COMPLEMENTARIEDAD.


Las ideologías desde el siglo XX han querido siempre (en su letra menuda) condicionar con mayor fuerza al ser humano en su identidad y en los elementos integradores de su esencia humana, pero también desde su identidad crear argumentos que lo lleven a basar relaciones y compromisos de una realidad social que pueda modificar las bases estructurales de todo un colectivo. Sobre esta base se fundamenta como centro la realidad humana dentro de una individualidad que busque siempre la vivencia y exigencia de los derechos, llamando a concienciar el asumir los deberes correspondientes en la edificación de la sana convivencia y al respeto del otro.
Pero este criterio de individualidad se descontextualiza cuando se enfoca al sujeto a un desarrollo integral y estructural sin tener repercusiones colectivas, es decir, buscar ser centro importante sin tener responsabilidades o tratar de evidenciar un interés, pero que en el fondo siempre será una lucha de tener y mantener el poder absolutista que no permite trabajar con argumentos por la vida de quienes rodea y hace parte de una colectividad. Ahora bien, todos estos tipos de ideologías, pueden llegar a individualizar, convirtiéndose en objeto de exclusión y marginación, que amparados por un sistema llevan a destruir las bases en las que se sostiene el desarrollo de la historia, esto porque el ser humano siempre se encuentra rodeado de objetivaciones ideológicas, pues las cosmovisiones, creencias y estados de ánimo únicamente llegan a ser una realidad ideológica al plasmarse mediante las palabras, las acciones, la vestimenta, la conducta y la organización de los hombres y de las cosas (Carrillo & Rivera, 2008)y la comunicación se convierte en canal que trasmite un tipo de transformación que podrá ser positivamente resaltar la individualidad, pero que distancia del  argumento de responsabilidad moral y ética ante los demás como criterio colectivo en construcción.
En este sentido, se ha hablando por muchas décadas sobre la ideología de genero[1], algo que para digerirlo es necesario apoyarse en las disciplinas de a la biología, la psicología, la sociología, la política, al derecho y a la historia; si bien, últimamente esta marcando la pauta dentro de las búsquedas y conquistas políticas y jurídicas en la estructura social de los países de Europa y de Occidente, pero dentro de marcado sello ideológico, tenemos al Feminismo, que si bien, su naturaleza argumentativa a generado en la historia dos conceptos claros: Igualdad como un criterio de existencia correlacional, en el sentido de poder establecer la figura he imagen de la mujer como ser humano en el mismo rango y nivel del hombre que como ser humano junto con ella comparte humanidad; es decir, tanto la mujer como el hombre, en su esencia de humanidad también ejerce capacidades, logros, alcances, disposiciones y todo aquello que le permita generar en la praxis de vida respuestas a las necesidades de la sociedad que interpela su existencia; por otro lado, un criterio de Justicia, como argumento de que toda mujer dentro del contexto de la estructura social, esta capacitada y arropada con los mismos principios que le da la ley para actuar y acatar su existencia desde decisiones, acciones, y responsabilidades que le rigen como ciudadana sin que pongan en riesgo su propia vida y la de los demás, entre ellos los mas indefensos; a ella, la mujer no se le puede desconocer su valor y su rol activo dentro de cada uno de los componentes de esta humanidad ya que históricamente su aporte ha sido siempre significativo y muy fundamental. Es así como dentro del marco histórico del feminismo, busca estos criterios Igualdad y justicia[2]que relacionados marca la pauta para un desarrollo integral, autónomo y propositivo para la construcción y el desarrollo social, lo cual, en las ultimas décadas de historia fueron alcanzados por diversos derechos y acciones que contribuyeron al cambio de paradigma universal en Europa y occidente; pon ende, el feminismo, en su sano juicio y equilibrio, debe considerarse como un fenómeno reivindicativo en temas de derechos públicos y civiles, dentro del marco de la lucha por la igualdad y la emancipación, inmediatamente después de la independencia de los EE.UU (1776) y de la Revolución Francesa (1789) y las demás revoluciones liberal- burguesas que plantearon como objetivo central la consecución de la igualdad jurídica y de las libertades y derechos políticos(https://www.monografias.com)
Pero toda ideología corre el peligro de desenfocarse cuando esta pierde su equilibrio, no solo en la praxis, sino en el discurso que comunica hacia lo publico, ya que, cuando se declara un discurso impositivo, resentido y casi que violento y desafiante, que busca “emancipar socialmente la realidad” en este caso de la mujer, se arriesga de llevarse y pisotear sin ninguna compasión el valor fundamental de las acciones que masculinamente en la historia han logrado algo significativo, y que sigilosamente sin apelar al autoritarismo y a la imposición de genero en lo cotidiano y ordinario de los días de la vida humana han lograron grandes aportes que fortalecen el valor de lo femenino como persona humana que se complementa en las búsqueda de construcción de vida y de historia. 
Aunque el feminismo esta generando un ruido muy sonoro que denuncia las injusticias sociales cometidas por un capitalismo que tiene apabullado tanto a hombres como mujeres y viceversa, hay dos presupuestos que se están exponiendo de manera agresiva y violenta, ya que violenta a los otros, a las mismas mujeres y a las instituciones, llevando a desdibujar el verdadero sentido del feminismo y comprendiendo en una búsqueda de poder, desconociendo y subvalorando lo que el sexo opuesto puede ofrecer también en medio de esta lucha de reivindicaciones;  si bien, estas denuncias son validas y muy necesarias para alcanzar el sentido de igualdad y justicia entre hombres y mujeres, en la praxis se avanza hacia unos extremos que pueden generar contradicción en los argumentos y populismos sectarias que terminan decantando los propósito de una búsqueda necesaria en la sociedad.
Uno de estos argumentos que se exige violentamente es la llamada opresión patriarcal, que, aunque persista en algunos continentes, se puede decir que se ha logrando trabajar en ello y han existido avances que permiten desarticular toda forma de propagar y mantener la violencia hacia las mujeres. Por otra parte, el feminismo que ha caído hacia una posición ideológicamente radical y agresivo es su expresión,  se basa en la premisa del emanciparse de la realidad, reinterpretándola en función de la opresión que considera oculta detrás de todas las cosas perceptibles: el lenguaje, la religión, la ciencia, la educación, etc., dominándolas desde ese lugar oculto y requiriendo de la perspectiva de género para tomar conciencia de ella -perspectiva que deja así de ser una herramienta intelectual iluminadora para convertirse en un modo de adoctrinamiento ideológico[3].
Si bien, estos argumentos pueden tener algo de justificación, la radicalidad del lenguaje feminista que busca igualdad y justicia para las mujeres, esta llevando a desconocer que también dentro de esta lucha de reivindicaciones, han participado hombres que desde su realidad han permitido que se logre alcanzar una participación mas activa en la lucha de la igualdad y la justicia para la mujer. 
Por lo que se debe consideras algunos riesgos para la sociedad de mujeres y hombres esta radicalización feminista del siglo XXI, que busca violentamente dividir, excluir y tergiversar la verdadera lucha de la igualdad y la justicia en el ámbito de la mujer en las esferas políticas, sociales y económicas de nuestras regiones:
1.     La severa victimización de la mujer ante los efectos discriminatorios de la sociedad[4], no se necesita victimizar a la mujer para exigir los derechos, ya que se pone en riesgo su integridad y su dignidad. 
2.     El desconocimiento y/o rechazo en el argumento interdisciplinario que conforme el criterio de la Igualdad y Complementariedad entre hombre y mujer, principios de identidad humana.
3.     La búsqueda de la emancipación desde un autoritarismo que violenta los deberes ciudadanos, los valores y principios que ante la ley y las instituciones que deben prevalecer como referentes para la construcción de lo social.
4.     La falta del dialogo humanizante, argumentado interdisciplinariamente, sincero y constructivo con las estructuras sociales (la política, la región, la cultura, la ciencia, la tecnología, la economía) que promuevan debates constructivos y no de anarquías impuestas que excluyen, inclusive hasta la misma mujer. 
5.     La manera totalitaria de un discurso que seduce a las nuevas generaciones de mujeres que, sin argumentos, sin horizontes, sin claridad y con aire de desprecio hacia la masculinidad ponen en riesgo todo lo que tenga que ver con relaciones constructivas y humanizante. 
6.     Deja al ser masculino reducido a un estado de “censura colectiva” donde no es sujeto digno de confianza para edificar relaciones, y a la vez, estigmatizado en el juego de las jerarquías que se dan dentro del mundo de políticas laborales.
Tales consecuencia de radicalización ideológica del feminismo que actualmente se evidencian no ha ayudado a frenar los innumerables abusos y atropellos contra su dignidad y capacidad ni dentro del hogar ni fuera de las estructuras sociales, mas bien, se busca darle a la mujer moderna un tipo de empoderamiento que tiene cierto tono de ser excluyente y autoritario, y destructor, ya que se le pida asumir su autonomía desde su derechos a, y no desde su deber con, colocando a la vez, todo tipo de relación de igualdad de géneros en entredichos en el que como seres humanos (hombre y mujer, mujer y hombre) conviven. 
Ante todo esto es importante, tender un camino que permita reinterpretar del criterio de Igualdad y Complementariedad entre hombre y mujeres, que permita la dignificación y el desarrollo significante de ambos como seres humanos; no es solo vivir bajo el precepto histórico del machismo maquiavélico patriarcal que sigue destruyendo la soberanía femenina en muchos continentes del mundo; se necesita debatir el discurso emancipador desde argumentos que no remuevan la herida y satanicen el mundo masculino de hoy en pervertido y diabólico al que hay que acabar con un empoderamiento femenino excluyente y autoritario, se necesita un lenguaje humanizante que se convierta en mensaje claro de denuncia pero también de encare para debatir entre iguales las falencias que existen fuertemente notorias en los ámbitos estructurales de la sociedad, buscando la inclusión y reconocimiento de la mujer, el cual, esta llamada a participar activamente y claramente en la edificación de la justicia social y la construcción de la paz, eso que desde la ilustración buscaba elaborar como marco teórico igualitario, el cual, habría permitido fundamentar la igualdad entre los dos sexos, pero que terminaron siendo propuestas incumplidas de la ilustración modernista[5] (SantaBárbara., 2005)
Por lo tanto se extiende en el siglo XXI un trabajo que por su complejidad no puede hacerse “separado-as de” y en actitud “de negación a”, es una necesidad que debe tratarse desde la realidad cotidiana, empezando por unas solidas relaciones humanas que permitan generar dialogo, argumentos, acuerdos y trabajos mancomunados para alcanzar las conquistas, por ende, el discurso de la lucha por la igualdad y la justicia para la mujer no debe seguirse solo desde la línea de la radicalización del discurso feminista que violentamente se opone ya sea al capitalismo que instrumentalizo a la mujer, al patriarcado como los causantes de su desconocimiento y valoración, y a la perdida de su identidad para parecerse al varón o que establezcas superioridad en actitudes y cualidades[6], es importante que este discurso promueva y ayude a rescatar y conquistar derechos pero sin que la mujer pierda sus mismos valores femeninos, como el sentimiento, la intuición la ternura, la misericordia o la dulzura y que esta las hacer propiamente ella en su identidad y corporeidad, enriqueciendo y exaltando así las relaciones humanas entre hombres y mujeres dentro de las dinámicas sociales. De aquí entonces, que es urgente concienciar el no seguir instrumentalizando dentro de un discurso hostigante el sufrimiento femenino de finales de siglo XX y comienzos del XXI, ni mucho menos silenciar las verdaderas y justas exigencias de la mujer del siglo XXI, pero si humanizar el discurso que permita lograr unos escenarios de conquistas políticas, que partan de propuestas que contribuyan a los alcances buscados, pero asumiendo compromisos que permitan el equilibrio y el desarrollo social de la humanidad de hoy; urge un feminismo que dentro de su propia autonomía[7], no caiga en el sentido recalcitrante al igual que el patriarcado de la época, sino que permita llegar al ideal colectivo y publico de igualdad y justicia entre hombres y mujeres. 
Ahora bien, es necesario que el discurso de justicia en el marco social logre cimentar el argumento de igualdad desde la condición de genero, es decir, un argumento de justicia de genero, que concibe los derechos como un merecimiento desde la igualdad por el hecho de ser personas, de ser ciudadanos, por ser seres humanos[8]. Esto apuntaría a defender una política social de la igualdad y una política cultural de la diferencia, en el entendido de que en la mayoría de las injusticias se combinan injusticias de redistribución y de reconocimiento (Benavente R. & Valdés B., 2014, pág. 17). Esto lleva a tener un valor re-imperativo, para comprender las necesidades y mantener los equilibrios humanos y sociales, el discurso debe permear todas las esferas sociales como la política, la religión, las culturas, la economía, entre otros, con el fin, de reeducar y no dividir el concepto: hombre y Mujer como seres de una misma especie, la humana, esa que posee capacidad de igualdad y de complementariedad. Por ende, dicho elemento re-educativo para reinterpretar el condición del humanismo del siglo XXI debe influenciar el discurso que hoy el feminismo arraiga y que muchas veces violentamente desdibuja sus logros y búsquedas; el discursos de las mujeres y de las de esta generación necesita un elemento pedagogizante que lleve a educar en sentido antropológico y ético del ser humano, que permita concienciarlo en su integralidad y desde ella se abarque su concepción de: libertad, autonomía, dignidad, respeto el cual confluya en un elemento integrado como lo es el compromiso solidario. (Ocampo, 2013, págs. 225 - 259)
Por ende, las exigencias del feminismo de la igualdad y la justicia, debe también plantearse desde un instrumento educativo a partir de la una valoración del Ser Humano (hombre y la mujer) que desde una dimensión antropológica pueda contemplarse a este explicándose desde su individualidad, desde su especie y desde su sociedad, pues todo ser humano se entiende como único, biológico y social (Ocampo, 2013, pág. 221), por otra parte desde el pensamiento cristiano existen también fundamentos antropologicos que permiter compreder la inalienable dignidad de la persona humana, que tiene su raíz y su garantía en el designio creador de Dios; la sociabilidad constitutiva del ser humano, que tiene su prototipo en la relación originaria entre el hombre y la mujer, cuya unión « es la expresión primera de la comunión de personas humanas » (CEC, 2005, pág. 37);lo cual ayuda a redefinir al hombre y mujer en igualdad en condiciones, capacidades, (aunque existan ciertas diferencias biológicas) y derechos; tal instrumento educativo debe estar explicitado en las políticas publicas educativas donde se conciencie el no colocar en peligro la vida y el desarrollo progresivo de los seres humanos. 
Ante esto se puede decir que es necesario varias conclusiones:

1.     Es fundamental educar integralmente las dimensiones humanas de todo individuo (hombre – mujer) con el fin de abolir un lenguaje practico machista y feminista que de manera significativa y simbólica genera exclusión y sataniza la identidad y la capacidad no solo del rol masculino, sino, desde la capacidad femenina para vivir y relacionar con su otra especie.
2.    Se debe re-educar sobre el concepto de hombre y mujer como seres humanos, con el fin de adquirir Valor, Trascendencia y Dignidad, desligándose así de los intereses capitalistas que han colocado al ser humano como objeto de consumo y de marginación, en especial la mujer.
3.    Es importante que el feminismo de la igualdad y de la justicia construya argumentos para que desde una re-educación en términos de valores jurídicos[9]la importancia de edificar sentido de igualdad y justicia entre el hombre y la mujer, puesto son personas y ciudadanos que adquieren derechos y deberes para cumplir desde su rol llevando a cabalidad sus responsabilidades en el mundo y la historia sin que estos se enfrenten y se excluyan mutuamente. 
4.    Es necesario generar acciones desde políticas publicas educativas que establezcan una trasformación en la conciencia colectiva y cultural, a partir del elemento interdisciplinario (Sociología, Psicología, Teología, Política, Economía, entre otras), sobre el valor del hombre y la mujer como seres dignos, con sentido y capacidad para, y desde allí, darle los elementos argumentativos que debe fortalecer las relaciones humanas entre hombres y mujeres desde todos los contextos. 
5.    Los currículos pedagógicos que propone una búsqueda pragmática de la vida se cimienten desde las teorías humanistas, sociales, políticas, económicas, tecnológicas y científicas el cual permitan el argumento de inclusión, esto con el fin de sostener que hombres y mujeres accedan en libertad hacia argumentos que construyan sus proyectos de vidas para su realización personal y su compromiso con la sociedad en cualquier campo y disciplina. 
6.     Es necesario que los escenarios pedagógicos asuman una reingeniería en sus discursos formativos para que el elemento antropológico y ético pueda promover la integralidad del ser humano (hombre y mujer) llevándolo a comprenderlo en su relación de individuo-sociedad y especie. 

Bibliografía

Edgardo Ruiz Carrillo; Luis Benjamín Estrevel Rivera. (2008). La ideología y la transformación del sujeto. Univ. Psychol. v.7 n.1 B, 33-40.
(2018). Obtenido de http://conmishijosno.com: http://conmishijosno.com/ideologia_de_genero.pdf
https://www.monografias.com.(s.f.). Obtenido de https://www.monografias.com/trabajos16/movimientos-feministas/movimientos-feministas.shtml
María Cristina Benavente R. & Alejandra Valdés B. (2014). Políticas públicas para la igualdad de género Un aporte a la autonomía de las mujeres .Chile: CEPAL.
Poratelli, S. G. (10 de julio de 2019). https://www.infobae.com. Obtenido de https://www.infobae.com/opinion/2019/07/10/el-feminismo-ideologico-esta-boicoteando-al-movimiento-feminista/
SantaBárbara., L. G. (2005). En defensa de los humillados y ofendidos. Los derechos humanos ante la fe cristiana. .España: SalTerrae.
Ocampo, A. (2013). Ética y Educación: Fundamentos teóricos para el futuro.México : Plaza y Valdés, S. A.
CEC, C. E. (2005). Compendio de la doctrina social de la Iglesia.Bogotá: Nomos S. A:.



[1]Teoría política de corte neomarxista que a través de la reingeniería social pretende transformar el sistema políti- co, social, económico y cultural existente, entre otras cosas, por intere- ses económicos. (http://conmishijosno.com, 2018)
[2]Para Benavente & Valdés (2014)los cambios producidos en América Latina y el Caribe, se sostiene de que hay un vínculo entre igualdad y justicia social, y que la igualdad torna la dignidad y el bienestar de las personas en un valor irreductible, articula la vida democrática con la justicia social y vincula el acceso a derechos con una ciudadanía efectiva: “Se postula, entonces, el principio de igualdad real o sustantiva en las diversas esferas de la vida social en que se afirman derechos universales. Y si la primera dimensión de la igualdad remite a la cuestión de los derechos y al papel del Poder Judicial para garantizarlos, la segunda remite a la justicia social y a una estructura socioeconómica y política que la promueva. Este es un gran desafío pendiente en esta región, donde las brechas de equidad son, y han sido, las mayores del mundo. (pág. 16)
[4]La victimización de la mujer es una consecuencia inevitable de fundamentar todo el engranaje lógico del feminismo ideológico en la premisa de la opresión patriarcal, y genera una variedad de efectos adversos: devalúa nuestros reclamos legítimos, al plantearlos desde un lugar percibido desde fuera del feminismo ideológico como ficticio y exagerado; disminuye la autoestima de las mujeres, especialmente las jóvenes (más allá de que simultáneamente se predique su necesidad de "empoderamiento"); y deteriora el vínculo fraternal que debería existir entre mujeres y hombres para resolver los problemas que nos afectan. (Poratelli, 2019)
[5]Ya que la mayoría de los pensadores ilustrados no solo fueron incapaces de aplicar con toda coherencia los nuevos ideales de igualdad y autonomía a la situación del colectivo femenino, sino que elaboraron teorías para justificar la exclusión de las mujeres del nuevo orden social. En el caso de Rousseau o Kant, por ejemplo (SantaBárbara., 2005, pág. 132).
[6]Dentro de a corriente del Feminismo existen diferentes criterios que muchas veces son opuestas en si mismo y pueden desdibujar la verdadera identidad y el verdadero propósito de lo que se busca como discurso emancipador. (SantaBárbara., 2005, págs. 136 - 139)
[7]Esas que se dan desde una agenda de políticas públicas para la mujer, dan derechos y permiten afianzar acciones hacia una autonomía física, en la toma de decisiones y en el desarrollo de la económica. (Benavente & Valdés 2014, págs. 23-95)  
[8]Para Benavente & Valdés (2014)la justicia de género puede definirse entonces como el logro de la igualdad entre mujeres y hombres en conjunto con las medidas para reparar las desventajas que llevan a la subordinación de las mujeres y para permitirles acceder y controlar los recursos en combinación con la agencia humana (pág. 16)
[9]Los principios Fundamentales establecidos en la Constitución politica de Colombia (Art. 1 – 41) y los establecidos en los DDHH, los llamados DESC, Derechos Sociales, Economicos y Cultutales. Art. 43

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