COMO IGLESIA ¡AÚN SOMOS CREIBLE EN COLOMBIA!
A pesar de que en Colombia los pensamientos progresistas y de izquierda buscan la laicidad como un derrotero renovador en el pensamiento colectivo en nuestro país para plantear políticas que pases por encima del derecho a la vida y del respeto a la dignidad humana, la favorabilidad de la Iglesia Católica colombiana como una institución de Fe cristiana que promueve una Moral (no de reglas) y una Ética (sustentada en el evangelio cristiano) en la praxis ante la sociedad, sigue siendo importante para los colombianos. Si bien, la Iglesia es ese espacio donde el colombiano del lo urbano y de lo rural puede apoyarse para tener esperanzas en el constate luchar por las serias y profundas trasformaciones oportunas y urgentes de este país, para salir de la encrucijada en que las fuerzas políticas y de Estado han llevado a la metamorfosis del conflicto y de la evaporización del construir la paz entre todos y para todos.
De aquí ligera y alocadamente se me ocurre comprender la necesidad de seguir fortaleciendo dos realidades esenciales como Iglesia pueblo de Dios y como Institución eclesiástica desde los escenarios interiores y exteriores en que se mueve históricamente:
1) La tarea de la Evangelización que promulga la Fe en el Evangelio de Cristo Vivo y Resucitado no puede seguir siendo un instrumento de conservación dogmática y religiosa, este debe ser el instrumento que de cara a las realidades existenciales del ser humano y de las urgencias sociales, en un ejercicio de praxis, pueda seguir aportando de manera oportuna lo necesario para el bienestar de la sociedad colombiana. Menos pietismos religiosos individualista y más apertura de conciencia de comunidad que se construye colectivamente. Es necesario seguir ayudando en el siglo XXI abrir caminos que permitan entre todos el tomar muy seriamente el significado de construir y transformar un país más humano y más justo, de aquí que el llamado vehemente por el respeto a la vida humana, el fortalecimiento de la dignidad de toda persona aun en medio de sus diferencias, el trabajar por el bien común como responsabilidad del Estado y de la Ciudadanía, la lucha por una Justicia Social creíble y materializada que permita seguir enarbolando la lucha por acabar con el conflicto armado y trabaja por la paz. Si bien esto tiene sus consecuencias, es el camino que siempre se necesitara para que la sociedad colombiana tenga la Luz que encarna el Evangelio de Cristo, Verdad que orienta hacia mejores fuentes de vida.
2) La Jerarquía católica y el Pueblo de Dios en Colombia deberá continuar en el ejercicio de su conciencia autocritica dando apertura desde un ejercicio armónico del pensamiento y la praxis para que en sociedad pueda seguir integrando la Fe evangélica con las realidades del pueblo. Como Iglesia pueblo de Dios que camina peregrina ante una historia, es necesario continuar asumiendo y trabajando por el sembrar el supremo bien que fructifique un país transformado y capaz; por lo que, un creyente debe tomar en serio lo que significa ser un buen ciudadano, que aprende con su vida el Evangelio y sea testigo de Cristo siendo luz y sal, permitiéndose así ser signo de la Esperanza. El pietismo religioso cerrado en sí mismo, una vida de Fe individualista y casi egocéntrica no correspondes a las necesidades del verdadero cristianismo, se aparta de la Verdad y de la responsabilidad humana de construir el Reinado de Dios y de la Salvación, quien quiere llegar a ser santo desconectado de su responsabilidad humana y social estará siempre desconociendo las realidades y necesidades del prójimo abandonado y sufriente, ocasión oportuna para la destrucción, ocasión evidente para el pecado.
En conclusión, pesar de todo, la Imagen de la Iglesia Católica en Colombia como una Institución ante la sociedad mantiene una favorabilidad importante, pero es necesario seguir trabajando de la mano con la sociedad para ayudar a construir este país desde el Evangelio de Jesús. Aún somos creíbles he importantes para la construcción de este país, pero aún nos falta mucho para entender nuestro papel de creyentes encarnados en el mundo y la historia para encarnar y revelar el Evangelio de Cristo.
Así es Dios obra en nuestros corazones con mucho goso y vendise anuestro párroco
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