EN TU MEMORIA MI HERMANO PRESBÍTERO JOSÉ LUIS, EL MÁRTIR DE CHALAN (SUCRE)
1. Las consecuencias del Evangelio de Cristo como camino liberador del cual debemos asumir y no esconder. Esas consecuencias que se asumen con plena conciencia cuando se entiende el por qué y el para qué se asumen ciertos liderazgos y ciertas tareas para estar en comunidades sumidas en el miedo, la desesperación y la desesperanza, esa que fueron robadas y alteradas en su paz por otros que solo eran instrumentos del mal, generando la destrucción total. Un Evangelio que anunciado en medio de las tinieblas marcadas, en este caso, por el conflicto armado colombiano, genero y sigue generando profundas consecuencias (Lc. 12, 1-7), las cuales, con el tiempo deben llevar a la liberación de esas oscuridades, concienciando a todo un pueblo en levantarse contra el opresor y así romper los estigmas y el olvido de la política estatal que por décadas abandono a los territorios. Celebrar la memoria del martirio del padre José, es entender que hoy por hoy, el Evangelio tiene que seguir asumiéndose sin miedo a sus consecuencias, no privatizarse, ni esconderese dentro de un circulo religioso viciado y fuera de la realidad concreta de la existencia humana; ese Evangelio de Cristo que debe darse he iluminar las distintas opciones que lleven al compromiso por la trasformación de los territorio que hoy por hoy siguen abandonados en la pobreza, en la injusticia social, en la corrupción, en el abandono de las futuras generaciones, espacios aprovechados por quienes expanden sus formas de hacer justicia y represión contra los gobiernos injustos, pero que la población es la que sigue en medio de este fuego cruzado de violencia que cada vez agudiza, alimentando el circulo vicioso de la violencia que se hace su metamorfosis sin generar profundos cambios hacia la paz y hacia el progreso.
En medio de todo eso, el Evangelio de Cristo genera sus mayores consecuencias creando grandes mártires de la Fe en los territorios de nuestras regiones mas olvidadas y en la sociedad bañada por las tinieblas del pecado social, las cuales deben ser discipadas por la Luz de Cristo Verbo Encarnado.
2. La realidad de un País que no puede olvidar sus muertos, y que necesita saber la Verdad, para poder Perdonar, Reconciliar, Reparar y no volver a Repetir. El asesinato del padre José Luis, está dentro del listado de los múltiples asesinatos que sumaron los miles de muertos producidos por el conflicto armado colombiano, muchos de ellos han sido olvidados por el Estado, por la sociedad colombiana, he inclusive por muchos católicos que caminan sin la visión histórica del país; cada uno de estos actos violentos fueron perpetrados, pensados y autorizados por quienes asumían un falso poder liberador para el país; si bien, nunca se puede facultar la muerte de alguien como opción de liberación, la ideología emancipadora de los años 40 dada por la insurgencia armada, daba crédito a la purificación de la sociedad excluyente y opresora de los mas debiles y olvidados, y del poder buscar un redistribuir las cargas para el lograr una justicia social con equidad a patir de politicas centradas en el Bien Comùn, nada de esto ha pasado con el pasar de la historia en Colombia y menos en los territorios que cargaron con la violencia armada y sus muertos.
Hoy por hoy, la muerte de aquel joven presbítero en tierras chalaneras a quedado casi que en la memoria olvidadiza de quienes comandaban el grupo guerrillero en la zona de los hermosos Montes de María; por ende, no hay verdad, no hay reparación, y mucho menos se hace fila para que su caso pueda ser analizado por la JEP, con el fin, de conocer la Verdad por parte de los miembros de la antigua guerrilla colombiana, hoy partido politico colombiano; ni siquiera la Iglesia Catòlica Sucreña en su jerarquia, la misma Sociedad politica sucreña y/o el pueblo Ovejero de su origen, han podido ponerse en la tarea de que esto, hoy por hoy, se logre con vehemencia; y si algo se ha hecho, siempre queda en el tintero; su muerte esta dentro de los ambitos del conflicto armado colombiano, es parte de la memoria historica del paìs y del departamento de Sucre, pero a veces pareciera que los muertos deben de ser de clase para ser tenidos en cuenta, y como lo dirá Eduardo García Martínez columnista que escribía para el diario el Universal de Cartagena: “El Acuerdo de Paz entre el Estado colombiano y las Farc permite resarcir a las víctimas del conflicto armado y la familia Cárdenas Fernández es una de ellas. Es de justicia reconocerle todos sus derechos (El Universal 29 de junio de 2019) y sobre esto nada se ha hecho.
Por eso, hacer memoria del muerte del padre José, es también asumir la responsabilidad, esa que no ha tenido como labor presente en mucho de nosotros, para dar con los resultados esperados con el fin de buscar la Verdad y la Reparación, pero a la vez, el Perdón frente a la equivocada atrocidad que se cometieron contra los presbíteros que en la Iglesia sucreña, y Colombiana, los cuales fueron asesinados a manos no solo de la guerrilla, sino también de los paramilitares y de la delincuencia común y otros actores.
Lo anterior no es una comprensiòn vista desde el duelo resentido, no es un acto de odio historico mantener en vigencia tal propósito, sino, todo lo contrario, porque como acto de Justicia, merecemos saber las razones y los motivos de sus crueles asesinatos, y poder despertar nuestras amnésicas memorias para llegar a la plenitud del verdadero perdón y de la verdadera reconciliación que necesita nuestro país, pero a la vez, para que su sangre derramada siga bañando a un pueblo que logre la verdadera liberación del oprobio de la guerra, y salir triunfante hacia una vida nueva, esa que se da en la Justicia Social, el Bien Común, la Convivencia Ciudadana y el Desarrollo Territorial, la verdadera Paz, la verdadera Encarnación del Misterio del Evangelio Cristiano.
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